lunes, julio 30, 2007

Los amigos de mis amigas son mis amigos


En aquellos tiempos Mar aún conocía la palabra remordimiento, y la ponía en práctica. De este modo, cuando conoció al mexicanito lindo se sintió embargada por un mar de dudas, no sé si existenciales, y estableció una guerra a muerte entre el querer y el deber. Entre el presente, el mexicanito lindo, y el futuro (pasado) que esperaba su vuelta. Ganó la sensatez, sin tener nada claro si ésa era la mejor victoria. Lo cierto es que acabada la tesis y su año doctoral volvió a casa y nunca más volvieron a verse.

Cuando irrumpió en su vida yo estaba presente. Éramos inseparables y además de compartir cuarto, clases y biblioteca también pasábamos juntas nuestro tiempo de ocio. Fue en una fiesta. Todo lo que nos pasaba en aquel tiempo siempre era en una fiesta en la casa de alguien, y en este caso fue en casa de Rocío. Inauguraba su nueva casa, o lo que es lo mismo, su nueva habitación de alquiler, y como era costumbre invitó a todo el mundo y organizó la mayor fiesta que con su presupuesto y posibilidades pudo montar.

Llegamos tarde, como siempre. La culpable fue Goizi, la única que conocía la dirección y a la que Rocío había dado detalladas indicaciones de cómo llegar. Pero las indicaciones no debieron del ser del todo correctas o la portentosa memoria de Goizi, que sin duda lo era, ese día debió de declararse en huelga. Cogimos la línea 2 del metro pero en realidad era la del tranvía, dimos vueltas y más vueltas por el mismo barrio sin que ella pudiera identificar el edificio y tres cuartos de hora más tarde de lo previsto y sin incluir el cuarto de hora de rigor llamábamos a la puerta (nos habíamos encontrado con un despistado que también llegaba tarde pero que al menos si conocía la ubicación exacta). Que diferente hubiera sido todo si por aquel entonces hubiese estado popularizado el uso de los teléfonos móviles.

El mexicanito lindo de los ojos azules (así le llamaba Goizi) o el mexicanito lindo a secas (para Mar y para mí) entró por la puerta a los escasos cinco minutos de que llegáramos nosotras (alguien llegaba aún más tarde). Lo divisamos al instante, las tres estratégicamente situadas en una mesa que enfocaba la puerta de entrada, con cervezas ante nosotras y presintiendo el aburrimiento que íbamos a pasar. La presencia en la fiesta era abrumadoramente femenina, y excepto nosotras, algún que otro compañero de piso o de trabajo de Rocío, muy poco atrayentes en términos generales y Mercedes Benz y su trouppe, el resto eran novias, exnovias o futuras novias de la anfitriona y agregadas.

Como era de esperar tres pares (al menos) de ojos femeninos escrutadores se clavaron en él y le dieron el visto bueno, y dado que la anfitriona estaba muy ocupada en ese momento, en calidad de sus mejores amigas decidimos abortar sus pasos que ya se dirigían hacia el meollo de la fiesta e invitarle a sentarse entre nosotras. Aceptó gustosamente, o no tan gustosamente, pero probablemente no alcanzó a ver ninguna otra alternativa, y tras presentaciones varias, más bien un interrogatorio en toda regla por parte de Goizi, quedó claro que el mexicano nos caía bien y que con diferencia era lo mejor de la fiesta. La vaina de que fuéramos tres y él sólo uno lo dejaríamos para más tarde.

domingo, julio 29, 2007

¿Los libros son para el verano?



Sentada en la penumbra bien hallada de un bar cualquiera (a pesar de ser las once de la mañana ya lucía un esplendoroso sol en la terraza y yo huyo del sol como los vampiros… la resaca influye, supongo) esperaba entre bostezos la llegada de unos amigos.

El local estaba prácticamente vacío, un par de parroquianos apoyados en la barra discutiendo sobre la conveniencia de la prohibición de subir a los lagos (de Covadonga) y un camarero tras ella, deambulando, también entre bostezos y a la espera de alguno de esos turistas que con la llegada de agosto comenzarán a invadir la ciudad fotografiándose, sin olvidarse ninguna, con todas y cada una de las estatuas que adornan los rincones más insospechados de ésta. Y es que si uno va despistado y sin mirar (lo que yo hago habitualmente), corre el peligro de estrellarse sin alevosía con el aún más despistado Woody Allen, con la exultante orondidad de Botero o la decimonónica Ana Ozores; por no hablar de mi preferido, el insigne viajero Willians B. Arrensberg o el monumental culo del mismo Úrculo.

Yo estoy enfrascada en la contemplación del periódico sobre mi mesa, sin leerlo y de repente el camarero enciende el televisor. Aparece sintonizada una emisora autonómica y el volumen es tan elevado que es imposible no dejar de dirigir la vista en busca del aparato. Sale en pantalla una jovencita, supongo que de veintitantos. Parece ser, por sus palabras, que es una de las presentadoras “del tiempo” de la cadena y que el espacio en el que ahora aparece es “un especial de verano” por el que pasan todos los trabajadores de la emisora recomendado la lectura de un libro. Debe ser una campaña de promoción de la lectura o algo así.

Pues bien, el libro que recomienda la chica es “Los miserables” (de Victor Hugo). Evidentemente debe argumentar su elección:

-“Bueno… esto… es que cuando estaba en la facultad (Ciencias de la Información), en tercero, un profesor nos ordenó leerlo, como trabajo de clase. Y bueno, ufff… al principio me costó y tal... También tuvimos que leer “La tregua” de Primo Levi… y ése… uff… me gustó más el otro… además hay una película (y un musical)… más ameno (del otro también hay película)…

Pues ya lo saben, señores, a leer “Los miserables” este verano y si no lo hacen no se preocupen, basta esperar a llegar a tercero de carrera para que un infame profesor os lo ordene. Dará pereza claro, pero al menos aprenderéis algo nuevo, que hubo un escritor francés que escribió esa novela y que no es sólo una película y demás...

Al otro, a Primo Levi, mejor lo dejamos para cuarto.



sábado, julio 28, 2007

Discurso de Eva


Hoy te saludo brutalmente:

con un golpe de tos

o una patada.

¿Dónde te metes,

a dónde huyes con tu caja loca

de corazones,

con el reguero de pólvora que tienes?

¿Dónde vives:

en la fosa en que caen todos los sueños

o en esa telaraña donde cuelgan

los huérfanos de padre?


Te extraño,

¿sabes?

como a mí misma

o a los milagros que no pasan.

Te extraño,

¿sabes?

Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,

de qué cosa imprudente.


¿Cuándo vas a venir?

Tengo una prisa por jugar a nada,

por decirte: «mi vida»

y que los truenos nos humillen

y las naranjas palidezcan en tu mano.

Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo

y hallar velos

y humo,

que, al fin, parece en llama.


De verdad que te quiero,

pero inocentemente,

como la bruja clara donde pienso.

De verdad que no te quiero,

pero inocentemente,

como el ángel embaucado que soy.

Te quiero,

no te quiero.

Sortearemos estas palabras

y una que triunfe será la mentirosa.

Amor...

( ¿Qué digo? estoy equivocada,

aquí quise decir que ya te odio. )

¿Por qué no vienes?

¿Cómo es posible

que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?

¿Cómo es posible que seas austral

y paranoico

y renuncies a mí?


Estarás leyendo los periódicoso cruzando

por la muerte

y la vida.

Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,

inerte,

desgraciado,

entreteniéndote en una aspiración del luto.

Y yo que te deshielo,

que te insulto,

que te traigo un jacinto desplomado;

yo que te apruebo la melancolía;

yo que te convoco

a las sales del cielo,

yo que te zurzo:

¿qué?

¿Cuándo vas a matarme a salivazos,

héroe?

¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?

¿Cuándo?

¿Cuándo vas a llamarme pajarito

y puta?

¿Cuándo vas a maldecirme?

¿Cuándo?

Mira que pasa el tiempo,

el tiempo,

el tiempo,

y ya no se me aparecen ni los duendes,

y ya no entiendo los paraguas,

y cada vez soy más sincera,

augusta...


Si te demoras,

si se te hace un nudo y no me encuentras,

vas a quedarte ciego;

si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,

voy a llamarme nunca.


Ayer soñé que mientras nos besábamos

había sonado un tiro

y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.

Este es un amorde nadie;

lo encontramos perdido,

náufrago,en la calle.

Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.

Por eso, cuando nos mordemos,

de noche,

tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.

Pero no importa,

bésame,

otra vez y otra vez

para encontrarme.

Ajústate a mi cintura,

vuelve;

sé mi animal,

muéveme.

Destilaré la vida que me sobra,

los niños condenados.

Dormiremos como homicidas que se salvan

atados por una flor incomparable.

Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo

seremos la naturaleza

y me pareceré a tus hijos en la cama.


Vuelve, vuelve.

Atraviésame a rayos.

Hazme otra vez una llave turca.

Pondremos el tocadiscos para sIempre.

Ven con tu nuca de infiel,

con tu pedrada.

Júrame que no estoy muerta.

Te prometo, amor mío, la manzana.


de Carilda Oliver

viernes, julio 27, 2007

Noches de mensajes incendiarios


A veces... de cuando en cuando... estas últimas noches... hago creer que creo lo que me dicen...

Método para aplacar tu ausencia




"A veces, cuando me aburro, pienso en maneras de morirme. Bueno, no necesariamente cuando me aburro. Esas ideas me vienen a veces. No es pensar en la muerte, sino en maneras concretas de morirse:

Voy por un supermercado lleno de gente, un viernes por la tarde, empujando el carrito y me viene el flash. ¿Y si me desplomo aquí mismo entre toda esta marabunta de compradores y me muero? Intento imaginar lo que haría esa chica de ahí delante; aquella mujer gorda de ahí detrás; el hombre ese calvo y con gafas que examina ahora mismo un tarro de mermelada alzándolo hacia la luz; y los niños... ¿cómo reaccionarían los niños? Pensarían que era una broma, supongo.

Hay tantas maneras de morirse... Están las de siempre: cáncer, infarto, pancreatitis, apéndice rupturado, embolismo pulmonar. Y las de origen traumatológico: accidentes de coche, despeñamientos, caídas del balcón mientras tiendes la ropa, o a causa de una tremenda borrachera, o cortado en pedazos por una máquina de segar, o tragarse un hueso de pollo y asfixiarse, o una herida mal curada, o un berrinche que te hace estallar una vena o te abre definitivamente la úlcera.

Todos nos vamos a morir. ¿Cuándo llegará el temido momento? No lo sé. Podría ocurrir aquí mismo mientras escribo, o encendiendo una mañana un cigarrillo y abriendo las venecianas para que entre la luz del sol. Me quedaría tirado probablemente en medio del suelo. Un hilillo de saliva, tal vez, colgándome de la comisura de la boca. Y la colilla, humeando en la alfombra, creando un círculo negro y chamuscado a su alrededor."


de Roger Wolfe

jueves, julio 26, 2007

Un día en el exilio



Me acabo de comer medio litro de helado de dulce de leche... Bien por mí... Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama...

Me voy a escuchar a Rufus Wainwright que siempre me hace llorar... o tal vez a Boris Vian...

Carilda Oliver

Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta...

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces... ¡qué ganas de llorar!

Geografía privada


Esta tarde estuve con mi amienemiga preferida. Aunque no me gusta caer en generalidades sexistas (y a pesar de ello lo hago, como ahora) creo que ésa es una figura típica y exclusivamente femenina que hasta las niñas de primaria conocen, de hecho creo que debe de ser de las primeras cosas que aprenden cuando llegan a la escuela o al jardín de infancia y comienzan a socializarse. Y de aquellos polvos vienen los lodos que vienen (o cómo se diga, que yo y los refranes ¿castellanos? nunca nos hemos entendido del todo bien).

En fin, esta mañana me llama para invitarme a comer porque se va de vacaciones y quiere despedirse. Al menos eso es lo que dice. Pero las dos sabemos que lo que realmente quiere decir es que la semana próxima es SU cumpleaños, ella estará fuera y sería imperdonable quedarse sin Mi regalo.

Le compré una planta, fue lo primero que se me ocurrió, no me esforcé mucho y la idea me vino obviamente al pasar delante de una floristería. No recuerdo exactamente cómo se llamaba. Parecía una orquídea, pero no lo era. Sólo sé que necesita ser regada con asiduidad. Muy propio como podrá verse para alguien que se va casi mes y medio fuera, y dado que se va con marido, suegros, padres, hermanos, cuñados y sobrinos varios va a tener pocas opciones para elegir a quien le riegue las plantas.

Tras la comida me invitó a acercarme a su casa para que viera las reformas que había hecho en la terraza donde acababa de colocar una monísima mesa auxiliarnosequé que resultaría perfecta para colocar la planta. Convendría decir que la planta era de interior, pero ese punto yo no se lo aclaré.

Hacía siglos que no pisaba su nidito de amor y aunque no sentía especial interés (en realidad ninguno) tampoco tenía excesiva prisa y la curiosidad a mí siempre me puede.

-“No sé si recuerdas cómo era el piso”. Me dice mientras abre la puerta con evidentes muestras de orgullo. Y comienza una cháchara interminable sobre las ventajas de ese barrio, de ese edificio, de su piso en concreto y hasta de su cuarto de baño. Sin olvidar parquets, armarios, alicatados y electrodomésticos. Me va enseñando cuarto a cuarto, cocina, dos baños, estudio, salón, dormitorios… un momento, se abre la puerta del dormitorio matrimonial. Ciertamente amueblado con buen gusto (al menos para mis parámetros de lo que es buen gusto), pero… qué es eso que está sobre la cama, que literalmente cubre toda la cama, ¿cojines?, ¿almohadas?... No, son peluches…

¿Qué hace una tipa de treintaypocos con la cama poblada de peluches? Yo ni siquiera los tuve en mi más tierna infancia…

martes, julio 24, 2007

Después... nada





Hoy la Carola cumplía años. No quise yo preguntarle cuántos, aunque supongo que sino eran cuarenta sería porque esos ya estaban cumplidos. Se trajo bombones para invitarnos a todos los sufridores del verano. Bolso y zapatos nuevos, regalo de su santo imagino. Tampoco pregunté, sólo los miré con envidia y no precisamente sana (confesaré aquí mi profunda adicción hacia zapatos y bolsos, cuanto más caros e imposibles mejor).

Los bombones eran unos tofiffee (o cómo demonios se escriba). Esos con caramelo y una avellana. Me pregunto de dónde los sacaría, porque la caja parecía francesa, o suiza y aquí por mucho que los he buscado no los he encontrado en ninguna tienda. Por cosas así es por lo que maldigo vivir en provincias. Tampoco pregunté.

Nuestra relación es cordial, ni buena ni mala. En todo caso mejor que la que mantengo con el resto de colegas (y ellos conmigo) y mejor que la que ella mantiene con el resto (y ellos con ella). Fuimos las últimas en llegar. Somos las más jóvenes (yo más que ella) y todavía nos sentimos un poco fuera de lugar. Tiene razón G. cuando dice que ésta, nuestra administración, está llenándose de funcionarios frustrados.

Hoy volvió a repetirlo. Esta tarde cuando nos encontramos a la salida de una reunión en el Instituto, abonados como estamos ambos a la “colaboración”. Se acercó sonriente con un “¿tú también por aquí?”. Retórica entre risas y apretón de manos. Preguntó por la viudita alegre (siempre andamos metidas juntas en esos saraos).

Ella me lo había presentado este pasado invierno un día que se acercó para no se qué papeleos. Es G. un compañero que trabaja en el Instituto, cualquier duda, problema o asunto a resolver con tu promoción te lo soluciona. Me pasó su extensión que apunté en un papel que olvidé. Promesa de recurrir a su persona lo precisara o no y seguí con mis asuntos.

Él se fue, ella lo acompañó hasta el coche y regreso rápidamente para cerciorarse de que me había parecido un tipo majo. Si que lo es. No creo que buscara mi aprobación.

A partir de entonces comenzamos a encontrarnos jueves y domingos en las reuniones y colaboraciones. De repente un buen día me descubrí deseando que me “tocara” con él. Y hoy, cuando me preguntó por ella me sorprendí a mí misma alegrándome. Si no sabía que estaba de vacaciones en su tan publicitado viaje es que la comunicación no es tan fluida entre ellos como yo creía.

Pero no… será los tofiffees de esta mañana que tanto me gustaban… y eso que dicen que el chocolate es el sustituto del sexo.

Ya lo decía el poeta… La vida no traiciona, sólo existe de un modo diferente al esperado, y es justo que se cuide, pues la cito cuando tengo interés en malgastarla.

Escuchando (descubriendo) a Kris Drever...

(tengo que encontrar un método mejor de subir canciones al blog).




lunes, julio 23, 2007

Sucedió una noche



La pasión que siento por el cine me la transmitió mi madre. Por el cine clásico, en blanco y negro, de actores como James Stewart, Joseph Cotten, Montgomery Clift, Paul Newman; de actrices como Greta Garbo, la Dietrich, las dos Herpburn… de un largo etc. El cine de Hollywood, de los grandes estudios. El cine que si bien lo inventaron ese par de hermanos franceses y pasó por el expresionismo alemán (nunca me cansaré de ver Nosferatu), se hizo grande en los States.

A mí madre le gustaba (y le gusta) por encima de todo Gary Cooper (que estés en los cielos). Nunca entendí muy bien por qué, tal vez por su pose de caballero un tanto anticuado. En cambio yo prefería a Cary Grant (y a Robert Mitchum, pero ésa es otra historia). Me gustaba porque siempre parecía esconder algo, un lado oscuro tras esa pose de aristócrata despreocupado.




Cuando quería podía ser simplemente adorable e incluso en las películas más imposibles y cursis resultaba creíble. Véase “Tú y yo” junto a Deborah Kerr bebiendo champagne rosado y citándose en lo alto del Empire State. Posteriormente se hizo un espantoso remake con Tom Hanks y Meg Ryan y es curioso porque ésta (Tú y yo) era a su vez una versión de una película anterior.

Pero el primero fue Clark Gable. Sí, el bajito de bigote ridículo que lo mismo enamoraba hasta la enajenación a la caprichosa Scarlett O’Hara que a la melindrosa y rubia Mrs. Nordley, aunque luego se quedara con la morena Miss Kelly (¿Es cierto que la censura prefería que la película pecase de incesto y no de adulterio?, pregunto por si alguien me lo puede explicar. La película es Mogambo, obviamente). El primero en hacerme entender a mí, una cría por entonces, lo qué era el erotismo.

En 1934 y junto a Claudette Colbert protagonizó “Sucedió una noche”, una de esas películas deliciosas y sin muchas pretensiones. En una escena y ante la atónita mirada de su partenaire el bueno de Clark se quita la camisa, ¡oh, cielos¡, debajo no llevaba nada... ¿Dónde estaba la camiseta que todo hombre de bien debe llevar a modo de ropa interior?





Como dato curioso añadir que el sector textil, concretamente el dedicado a la fabricación de ropa interior masculina sufrió un duro revés y tuvo que ver como las ventas de camisetas caían en picado. El americano medio debió pensar que si todo un hombre como Clark Gable no la usaba, ellos no iban a ser menos.


Tendría que llegar Marlon Brando (quién sino), casi veinte años después en 1951 con (seguro que lo has adivinado) “Un tranvía llamado deseo” y ponerse la camiseta que Gable se había quitado. Si hay un mito erótico en mi vida, ése es aquel obrero polaco de nombre Stan Kowalski.



Y tan sólo unos cuatro años después apareció William Holden. Un actor de escasa fama, tan sólo la alcanzada por la gran 'Sunset Boulevard'y un buen montón de papeles secundarios. Con un reciente Oscar bajo el brazo fue fichado por Joshua Logan para Picnic en 1955.


Un poco sosainas, del montón y posiblemente con más años encima de los que requería el personaje, no parecería a priori el más adecuado para el papel de ese vagabundo de oscuro pasado que llega al pequeño pueblo de la profunda Kansas en vísperas de la fiesta local a trastocar (para bien y para mal) la insatisfecha vida provinciana de sus habitantes.


Pero Holden llegó, vió y venció y para ello además de poner cara de atormentado y decirle a Kim Novak que prometía no abrazarla si le besaba, se quitó la camisa luciendo un torso que se saltó censuras y que nada tendría que envidiar a los actuales (de metrosexualidades y gimnasio). Dato importante y a tener en cuenta es que al modo de Marlon Brando se pasa casi media película sin camisa y la otra casi media con ella rasgada y a medio vestir.


Pero si este dato no es suficiente para convencerte que veas Picnic sin dilación (porque éste es el propósito de este post, el proselitismo cinematográfico y hoy le ha tocado a esta película) te puedo ofrecer otros dos.


El primer motivo lleva el nombre y apellidos de la señora Rossalind Russel, que se come con patatas a la insulsa aunque guapa, muy guapa, Kim Novak; que roba todas las escenas donde aparece y a la que le corresponden los mejores diálogos de la película. A la manera de la que sólo las grandes saben hacerlo en esos papeles decadentes y poco agraciados (Joan Crawford en '¿Qué fue de Baby Jane?', pasándose toda la película en silla de ruedas esquivando las muecas de Bette Davis o Vivien Leigh persiguiendo a mi obrero polaco preferido).


Y si éste tampoco te convence, no te preocupes, porque tengo el definitivo. Dicen algunos por ahí que la escena del baile en Pulp Fiction, ese twist o lo qué sea que se marcan la divina Uma Thurman y Travolta es la escena 'per se' de lo que debe ser un baile en el cine. Dirán eso porque no han visto a Fred Astaire y Ginger Rogers, lo que sería comprensible porque son un pelín petardos, pero lo que es evidente es que no han visto a Kim Novak bajando las escaleras.






domingo, julio 22, 2007

100 películas, 100 escenas, 100 números

Propongo un juego...



En el vídeo anterior se enlazan las escenas de 100 películas distintas. En cada una de ellas se hace referencia a un número comprendido entre el 1 y el 100, y las escenas están ordenadas en orden descendente.

Por ejemplo... la última escena, la que se corresponde al número 1 es muy fácil de identificar o la 77.

Veamos cuánto cinéfilo anda suelto. ¿Les pones título?...

Como si fuera Verlaine


Una vez me enamoré de un poeta.

Resultó una historia bastante vulgar, convencional e impropia. Chica conoce chico, chico pierde chica (yo no lo perdí porque nunca lo tuve).

Vivía de la literatura. No tanto de publicar y vender, aunque publicaba y vendía, como de los aledaños que la rodean (no deja de ser un negocio como otro cualquiera e incluso rentable para algunos).

No tenía horarios y apenas muebles (los libros apilados hacían las veces de estanterías, mesilla de noche e incluso mesa de comedor). Un diván incierto con barrotes a modo de cama. Un microondas en desuso. Grifos que goteaban y paredes que pedían a gritos una mano de pintura.

Nunca usaba paraguas en una ciudad condenada a un eterno otoño. Aún me gusta mojarme paraguas cerrado en mano ante la incrédula mirada de los transeúntes, aunque ya no sean sus brazos los que me rodeen colocándome su raída gabardina sobre los hombros.

Al cabo de los meses ya lo sabíamos todo el uno del otro. Al menos todo lo que queríamos mostrar (todo lo que deseábamos conocer) y cuando desaparecieron las flores y la curiosidad llegó la decadencia.

Hoy, ahora, llueve como si el otoño acechara ya a este incipiente verano. Es lluvia recia que emborracha de verde, no tormenta de verano. Lluvia bajo la que caminar sin paraguas, mojándose en busca de resguardo en algún soportal de la plaza en cuya biblioteca esta mañana tomé prestado tu libro entre Jaime Sabines y Pedro Salinas.

P.S. Además de poeta era gilipollas, bien lo dijo
Clifor, que todos los poetas lo son. Pero yo tardé, no en darme cuenta, sino en reconocerlo.

“…Nel curiosu boudoir onde estopaben les esquiles doraes de les sos rises cuatro estrelles d’azogue rellumaben.”

Se hizo grande y se nos fue


Escribía Luis García Montero:

"[. ..] agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso,
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
[…]
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira […]"

Y no olvido que ellos existen porque existen en mis recuerdos...

No olvido que puedo asesinarlos en el momento más inoportuno...

No olvido que nada hay más solitario que el dolor, porque también excluye a quien lo siente.

viernes, julio 20, 2007

Invitada a ir nada más que hasta el fondo

Te lo debemos. Aunque ya sea tarde. Siempre es tarde para disculpas desubicadas. Para explicaciones que nunca nos pediste pero que tal vez necesites. Exigir y precisar no siempre van de la mano.

Decir que estábamos en plena intoxicación etílica cuando hallamos el resultado a la ecuación no pretende ser una justificación. Nos comportamos como idiotas. Pasadas de copas, de dignidad y de sentido común. Pero idiotas. Ni modo.

Era guay, ¿sabes? Sí, ya sé que estaba Memel. Que por aquel entonces una no era nadie si no ponía un (amigo) gay en su vida. Pero esto era diferente. Nosotras íbamos a ser diferentes porque teníamos a una lesbiana en nuestro grupo. Y eso por aquel entonces no lo superaba nadie. O eso creíamos.

Te cortabas el pelo tú misma. Siempre vestías igual, aquel peto vaquero que necesitaba urgentemente un lavado y las Martens que alguien te había traído de Londres. Tu mejor amiga (y única hasta que nosotras llegamos) era aquella Barbie rubia de nombre olvidado que lo mismo se montaba un trío con dos gays que se paseaba de la mano de morenas tan espectaculares como ella. Pero lo más importante es que nunca, nunca te habíamos visto con ningún hombre, nunca contabas batallitas de primeros novios, amores platónicos o ligues. Ese aspecto fue el definitivo para que nuestras diligentes cabecitas llegaran a la conclusión de que nos encontrábamos ante una auténtica lesbiana. Nada de una tía que con dos copas de más se morrea en plena discoteca con una desconocida o que accede a los ruegos de su último amante para montárselo con la vecina y con él en un casero ménage à trois.

Decidimos motu propio en nuestro atrevimiento y delirio que nuestra buena acción del mes sería sacarte del armario. Fue Mar la encargada de planear cuidadosamente el escenario (y no digo esto en mi descargo). Como si de una fiesta de cumpleaños sorpresa se tratase no podían faltar los invitados ni la bebida, pero tuvimos la delicadeza de que el número de asistentes fuera reducido, tan sólo Memel y el par de anfitrionas, es decir, nosotras; no así el alcohol, cerveza y vino por doquier (alguien le había regalado una caja de vino al innombrable de la que Mar muy juiciosamente se había apropiado).

El plan era simple. Nos emborracharíamos (te emborracharías) y soltaríamos nuestras lenguas (tu lengua). Entre confesiones y delirios tú tendrías que reconocer que te gustaban las mujeres y nosotras darte una palmadita en la espalda y brindar por tu salida del armario.

Cuando lo pienso ahora no puedo evitar avergonzarme. Vergüenza y arrepentimiento son dos cosas distintas y obviamente también me arrepiento porque te hicimos daño de una forma ridícula y tu dolor no fue precisamente absurdo.

A nosotras no nos debería haber importado tu orientación sexual, no era nuestro business y en segundo lugar y en el supuesto de que fueras lesbiana no tenías por qué haberlo contarlo, ni salir del armario, ni desfilar el día del orgullo gay. Pero era chic, tía, tienes que entenderlo... para nuestra mente postadolescente.

La noche comenzó bien con los huevos a la flamenca de Mar, que como recordarás era lo único que sabía cocinar. En realidad también preparaba un potaje de lentejas, arroz, salchichas y semillas de lino, pero eso sólo se lo ofrecía al innombrable. Yo pensaba que era a modo de esquiva tortura, pero no, a él le gustaba. Tras los huevos vino el postre, cortesía de Memel, tarta María Luisa (según mi receta) y la recogida de platos fue cosa mía. A esas alturas ya habíamos dado buena cuenta de un par de botellas de vino y de las cervezas del aperitivo y en aquel estado moderadamente alcóholico decidimos no salir. En realidad eso ya lo teníamos decidido pero tú no lo sabías. Y agarrando copas y botellas de vino, un par al menos por cabeza, de botellas, que no de copas, Mar sólo tenía tres copas y tú siempre bebías a morro, nos acomodamos en el suelo de su sala de fiestas particular, completamente desamueblada, llevando las almohadas a modo de cojin.

Risas, confesiones, torpezas, las ya famosas cinco primeras veces de Mar, mi inconfesable amor hacia Jan, la fobia de Memel hacia su china compañera de piso y su arroz y así poco a poco haciendo inocentes preguntas, declaración de intenciones y vivencias varias fuimos "acorralándote". En un determinado momento Memel decidió que estaba lo suficiente borracho como para "enfrentarse" a la china y que sería una pena desperdiciar esa oportunidad así que se fue dejándonos a las tres solas, a altas fiebres de la madrugada y con el alcohol corriendo libremente y a galope por nuestras venas y hacia nuestras lenguas.

No recuerdo cuál fue la pregunta, el comentario que lo desencadenó todo. No sé si fui yo o si fue Mar la que preguntó. Me pasé muchas noches tratando de borrar de mi memoria esos momentos y a día de hoy parecería que lo he conseguido. Pero aún si cierro los ojos veo a Mar sentada en una silla que nos había prestado Marcus “el brasileño”, había oído voces y risas y quiso unirse a la “fiesta” sin éxito pero ofreciéndonos asiento, debió pensar que ya que no estaba invitado a la supuesta juerga no nos merecíamos más que una. Mar se balanceaba, en una mano una copa a rebosar de vino, con la otra revisaba los vinilos, ella era la encargada de la música que sonaba de fondo. Eso si lo recuerdo, la Velvet Underground. Tú y yo sentadas en el suelo frente a ella, la espalda apoyada en la pared. Una botella de vino entre tus piernas a la que de cuando en cuando le pegabas un trago. Yo fumaba y hacía un buen rato que me había pasado a la cerveza.

De repente todo se quedó en silencio, sonaban los primeros acordes de “I’ ll be your mirror” y yo tarareaba para mis adentros, bien sabes lo que desafino. Tú comenzaste a hablar con una voz pausada. Un tono distinto, lento, acompasado, profundo, oscuro, impropio de ti, no eras tú la que hablaba, la que siempre gritaba a todas horas y se comía las palabras. No comprendíamos, no entendíamos lo que decías. Mirabas hacia el suelo con la cabeza inclinada hacia las rodillas y no podías ver el asombro que se reflejaba en nuestras caras. Subiste el tono de voz, comenzaste a llorar, a dar golpes contra la pared, a relatar, a describir, a gritar... lo que nunca habías contado, lo que nadie antes había escuchado.

A Mar se le cayó la copa y durante semanas estuvieron apareciendo trocitos de cristal por el suelo, la mancha del vino sobre la moqueta nunca se borró del todo. Yo me quemé, al menos durante medio minuto anestesiada con la lumbre del cigarro sobre la mano sin percatarme del dolor. Aún conservo la cicatriz.

Estábamos demasiado borrachas, aturdidas. No sabíamos qué decir. Ni siquiera estábamos seguras de que hubiera algo que decir.

Te levantaste, cogiste tu abrigo y murmuraste un buenas noches entremezclado con un ya os llamaré mañana. No hicimos nada por detenerte y llegó mañana, pero no llamaste y cuando el lunes nos cruzamos nos evitaste.

Mar decía que había que darte tiempo y dejarte a solas. Pero yo no estuve de acuerdo...

P.D. Cada vez nos vemos menos, a pesar de las mutuas promesas: cuando vaya a Huesca te aviso y te vienes y nos vamos a perdernos en Pirineos unos días... cuando vuele a Munich lío a Memel o me subo al tren y me acerco a Erlangen y paso unos días alojada en tu casa haciendo memoria. Y tú vuelves a Huesca sí, y me llamas a los dos días de irte de regreso a casa para decirme que te has escapado unos días apenas sin tiempo y que para la próxima debemos planearlo mejor. Y yo vuelo a Munich y te envío un correo diciendo que tal vez me acerque, pero que estoy liada y que tengo tantos pendientes, y que estoy sin coche, y que me da pereza.

Probablemente iré el 15 de agosto, no pido que me vayas a recoger al aeropuerto, pero si que reserves en aquel restaurante griego de Giesing que tanto nos gustaba, al menos una noche... Tengo muchas cosas que contarte y muchas disculpas que ofrecer...

De haberlo sabido... pero no sabíamos y entonces, no sé ahora, hubiésemos preferido no saber.

De príncipes (y princesas)


En su momento fue Wyoming por parodiar a la infantísima (Elena). De un plumazo se cargaron su programa.
Ayer le tocó a la revista
El Jueves por una portada donde los principitos aparecen desnudos y en pleno acto sexual. Secuestrada por orden judicial.
Que en España “la corona” es intocable hace tiempo que lo sabíamos y no me sorprende, pero sí lo hace el que la Federación de humoristas gráficos de éste, nuestro país, considere que la revista “se ha pasado” con la portada. Que estamos hablando de El jueves, coño, si a ellos no se les permite pasarse, entonces a quién.

Más reacciones…

¿Por qué puedo follar con desconocidos y no con el chico al que amo?


Siempre quise ejercer de consultora eróticosentimental. Nunca tuve oportunidad de emular a Lady Foster, actual editora de una prestigiosa revista de arte (¿o es de fotografía?), anteriormente más conocida como la (hierática) doctora Ochoa, pero si alguien llega aquí buscando respuesta a esa pregunta, qué menos que ofrecérsela, aunque haya tenido que acudir al enésimo resultado que ofrece google para esa entrada y la relacione con una movida de David González.

Querida amiga, doy por supuesto que eres amiga y no amigo. Cabría, claro está, la posibilidad de que lo fueras, y en ese caso ser gay, porque hablas de amigos y de chico, en masculino, pero me da a mí en la nariz que eres mujer (y heterosexual). Pues eso, querida amiga, celebro que me hagas esa pregunta, básicamente porque me resultará muy fácil responderte y siempre es de agradecer que cuando una se estrena como consultora las primeras dudas planteadas sean simples, para poder lucirse y demás.

Pero pasemos al asunto que nos interesa. ¿Alguna vez te has planteado cuál es el órgano con que con mayor incidencia interviene en tus relaciones sexuales? Antes que me respondas te lo diré, el cerebro, chata. Probablemente tu problema es que temes no estar a la altura con el chico al que amas y pesan más los nervios y la inhibición que el deseo, mientras que cuando quedas para follar con desconocidos te importa un carajo la opinión que estos tengan o se lleven de ti y te centras en tu propio placer.

En definitiva destierra la idea de que follas con desconocidos y haces el amor con tu novio, que los verbos amar y follar pertenecen ambos a la primera conjugación.

jueves, julio 19, 2007

De orgías y decepciones



Tenía razón la culichi Tribeca (Encantada de conocerme) cuando decía que la mejor forma de incrementar la popularidad de un blog y de estar por tanto en la lista de los más leídos era tirando directamente del erotismo y la pornografía, poniendo por ejemplo la fotografía de un contundente Nacho Vidal para ilustrar un post que nada tiene que ver con esos temas, pero que atraerá a la gente, a determinado tipo de gente digo yo, como moscas a un panal de miel.

A mí me ha sucedido algo parecido. Un buen día decido hablar de la ya famosa
orgía de Laviana, ese vídeo que hace un par de meses circulaba por Internet y que ahora dudo que se encuentre (estando la justicia por el medio) y aclaro esto para los que llegan a mi blog a través de búsquedas como “encontrar vídeo laviana”.

De un tiempo a esta parte, concretamente desde que escribí ese post mis visitas se han disparado. Por curiosidad, sabiendo perfectamente que no se debería precisamente a mi estilo e ingenio, miré las estadísticas esas donde te indican las palabras clave a través de las que llegan los visitantes a un blog. A saber: orgía, orgía laviana, orgía en laviana, orgía de laviana, puta laviana, la orgía de laviana, chupapollas parque, laviana orgía, laviana sexo, foro orgía laviana, santas putas, parque chica laviana, otra chica de laviana la arma, putas en ginebra, puta de laviana… y así un largo etc entre las que destacaría: "¿por qué puedo follar con desconocidos y no con el chico que amo?", pregunta que daría para varios posts y que no comprendo cómo hace llegar a mi blog. Un largo etc que por cierto probablemente se habrá sentido más que decepcionado cuando en lugar del vídeo lavianés y libertino se encontró con este mísero blog.

Que el sexo vende lo sabemos desde hace tiempo, basta echar un vistazo a cualquier comercial, a los anuncios en publicaciones escritas, a los reclamos publicitarios del tipo que sean. Probablemente sea el motor que rige al mundo, más incluso que el dinero o el poder (aunque el sexo también es poder, qué es sino tener a un tipo frente a ti con los pantalones bajados). Y parece ser que también es lo que más se busca, se demanda o se encuentra en el interné. Pero señores, es una niña, pelín exhibicionista, pasada de copas y de pastillas varias, pero una niña. ¿De verdad tanto interés hay en ver cómo se lo monta?.



P.S. Recientemente han detenido, también en Asturias curiosamente, a unos tipos (o tipas, desconozco su sexo) que se dedicaban a grabar a las parejas que mantenían relaciones sexuales en un conocido parque gijonés para colgarlas posteriormente en internet. Como si no fuera suficientemente humillante tener que ir a follar a un parque por no tener otro lugar donde hacerlo. Doy por supuesto que esa es la situación de la mayoría de los pillados, que exhibicionistas haberlos haylos y los parques públicos, por no decir los bancos, aunque propicios para el amor, en invierno son poco recomendables, ya lo decía Ángel González. Aunque aquí, entre nos, más humillantes encuentro los asientos traseros de los coches.

miércoles, julio 18, 2007

Me gusta Ricardo Arjona, y qué...


Jens es mi “amigoparactosculturales” y yo, of course, soy la recíproca, o sea, su “amigaparactosculturales”, o como nosotros decimos para abreviar, “cultamig@”. Este término, que no deja de ser una gilipollez soberbia nos lo inventamos hace años cuando ambos nos conocimos en la representación de una obra de teatro multiescénicacultural (así la definían) a la que los dos no habíamos sido invitados pero a la que habíamos decidido asistir.
Ninguna de nuestras cuerdas amistades había querido acompañarnos así que cada uno por su lado obviamente, pues aún no nos habíamos conocido, decidió colarse.
Cuando en el fragor de la fiesta posterior nos encontramos nos reconocimos como sólo dos intrusos pueden hacerlo. Vimos en el otro a alguien tan fuera de lugar como uno mismo y eso une mucho. Tanto nos unió que casi diez años después seguimos ahí aunque por norma general ya no nos colemos en las fiestas, claro está que a día de hoy ni nos plantearíamos asistir a una representación teatral que se presentara como “multiescénicacultural”.

No tenemos nada en común. Bueno, tal vez compartimos atracción por determinados hombres y alguna que otra mujer, pero por lo general lo que nos unió (y nos une) es lo que más nos separa, a saber, nuestros gustos musicales, teatrales, cinematográficos y estéticos. Pero en la diferencia está la clave y lo que no nos separa nos hace más fuertes.

A Jens le gusta el pop efervescente y petardo, ambos calificativos son míos y con el segundo él no está de acuerdo. Petardos son los
Scissor sisters, dice, petardos y celestiales a un tiempo (de vez en vez le doy la razón). Siempre tiene una canción de La buena vida para aliñar el asunto (del tipo que sea) y Los Piratas son su grupo de cabecera (confesaré que Iván Ferreiro me ha ganado con alguna canción) y a mí, digamos que a mí me gustan los sonidos más contundentes. De su lista de agrados sólo salvo a Nacho Vegas, él, de los míos unos cuantos más. Y tengo que puntualizar que lo último del Vegas, al lado de Mr. Bunbury, El tiempo de las cerezas, me parece un bluff, pero de los grandes, como una tarde de merengue, de mucho merengue. Si ya lo dice un bloguero, Mondo Gitane, en su estupenda (y recomendable) bitácora, despliega como intereses mantear al Sabina y lapidar al Bunbury, aunque yo alteraría el orden, si fuera factible.

Normalmente respetamos los gustos ajenos sin compartirlos, teniendo un acuerdo tácito, en mi presencia no se escucha La Buena Vida y en la suya no se escucha a
Ricardo Arjona. Si yo no soporto al grupo de San Sebastián él no soporta al cantautor guatemalteco. Pero qué le voy a hacer si a mí me gusta (por razones que ni yo misma comprendo). Es de esos vicios inconfesables e inexplicables. Lo descubrí en el principio de los tiempos con una canción que a día de hoy aún me sé de memoria, Historia de taxi, y me ganó para siempre. (Adjunto vídeo, un tanto cutre y del año de la polka, pero…)

Me he pasado el día escuchando el adelanto de su nuevo disco, Quién dijo ayer, que para no variar no se venderá en España… y me sigue gustando. Será que me estoy volviendo una hortera.


“18 motivos pa’ dejarte,

14 consejos pa’ olvidar,

500 razones para odiarte,

saco la cuenta y a sumar. […]"



Ya ves Xienra, no es grave que te guste el I promise myself de José Galisteo, por mi parte yo no me avergüenzo de que me guste Ricardo Arjona. Por no avergonzarme ni siquiera lo hago por escuchar a Los Tigres (del Norte, of course) o a Quim Barreiros
, aunque esto último es un divertimento veraniego a falta de un mejor Georgie Dann.

lunes, julio 16, 2007

Cómo hacer un vídeo (musical) con el Power Point


Cortesía de un tal José Galisteo.

La supuesta gracia del vídeo es que representa un calendario asociando un look diferente a cada mes. Pocos vídeos tan chafarderos y horteras como éste, que además, supongo, pretender ser moderno.

Enero: Botas que ni Carolina (de Mónaco, of course) hubiera lucido en sus mejores años en Saint Moritz (un poco de Yeti, hombre de las nieves), ¿boina? y la camisa abierta hasta el ombligo al más puro estilo Posh (Mari Vicky esquiaba en top).

Febrero: Pretende emular a María Antonieta, que no a Luis, pero el movimiento del pañuelo lo aleja de Versalles y lo acerca a Ibiza y Loco mía.

Marzo: Cual chico Martini en la bahía de Amalfi. En todo caso cualquier parecido con el anuncio es pura (e inexistente) coincidencia.

Abril: Debe ser como se siente más cómodo. Sobran los tirantes en todo caso, pero el jersey-camiseta de color verde indescriptible le sienta como un guante.

Mayo: Indescriptible. Cual pensativo Tiger Woods haciendo un picnic. Repite boina. Ojito a la mariposa.

Junio: .... y luego dirá que no es gay, ni que fuera un delito.

Julio: Pepito Piscinas. Sin comentarios.

Agosto: Poniendo cara de duro, pero en pareo ibicenco y sin ¿nada? debajo resulta difícil.

Septiembre: Es mi preferido, de aplicado alumno de colegio de pago. Pantaloncitos cortos y calcetines hasta las rodillas.

Octubre: Parece la marcha de los Village People y con los zorros colgados al hombro, inenarrable.

Noviembre: Éste sinceramente no lo entiendo. ¿El póster que se ve detrás es de Nueva York? No sé, tal vez quiere emular a Carrie Bradshaw que en los primeros episodios de Sex in the city no se quitaba las pieles.

Diciembre: Chaqueta tirolesa y cinturón de hebilla marcapaquete.

Y a todo esto dejo el vídeo, aunque el que yo quería poner era aquel anuncio de Levi's 501 en el que Nick Kamen se quedaba en paños menores en una lavandería, y que demostró que por fin los publicistas tenían en cuenta a gays y mujeres como potenciales clientes (ése y el de de Coca-Cola light a las 11:30).

Aclaración: Quien hizo famoso el "I promise myself" fue Nick Kamen hace un buen puñado de años. De ahí la asociación de ideas.

Oye tú, no te acerques demasiado


Una ola de calor africano sobrevuela la península. Al menos eso venían diciendo periódicos, radios e informativos de televisión durante todo el fin de semana.

Bien, pensé para mí. Fin de semana playero. En julio aunque sea fin de semana y si madrugas un poco, que no cuesta tanto, todavía eres capaz de encontrar un par de metros cuadrados para instalar tu toalla.

Pero no pudo ser. Luce el sol en toda España, sí, pero no aquí. Nordeste y un frío de mil pares de demonios. Vuelta a casa, que por mucho que me gusten los días desapacibles a la orilla del mar no estoy yo para pasar frío.

¿Qué hacer? Es sábado, son poco más de las 10 y la ciudad aún duerme. Recuerdo que los sábados hay mercado en el innombrable (y olvidable) pueblo del que provengo, y a mí me pierden los mercadillos aunque nunca compre nada. A lo mejor me encuentro con algún viejo amigo que me invite a comer.

Aquí por lo menos hace un poco más de calor, se puede quitar una la chaqueta y lucir gafas de sol, aunque éste sólo se asome tímidamente.

Me siento en la terraza de
La Palmera, un local relativamente decente entre tanto “chigre”. Pasa un coche a toda velocidad, con las ventanillas bajadas y la música a todo volumen (juraría que se metía por una dirección prohibida y que además se trata de una calle peatonal) y van escuchando a !!!!Los Suaves¡¡¡¡. Hace quince años, por lo menos, y no soy tan vieja, que yo no escuchaba a Los Suaves. Si es que yo fui (y soy) una macarra. Y ya sé que eso lo cantaba Ilegales.

La canción, por cierto, era y no podía ser de otra manera,
Dolores se llamaba Lola, nada que ver con "no me llames Dolores, llámame Lola". Una versión en directo.

Alguien me apunta que actuaron recientemente en el Derrame, cierto. Otro año, y ya he perdido la cuenta de cuántos, que me lo perdí. El laburo obliga.




"... y de Paco,
ni el recuerdo de su sombra
ni el olor de su tabaco."

Dolores se llamaba Lola

viernes, julio 13, 2007

Bye, bye Vicky




Perdiendo el tiempo en el trabajo más de lo habitual esta mañana, se notó que era viernes y fin de matrículas, leía, entre otras cosas, chismorreos en la red y me topé sin proponérmelo con las fotos que Becks y Posh (léase David Beckham y Victoria Beckham, de soltera Adams) se han hecho para la revista W, que debe ser un magazine de los States. No tienen desperdicio en términos generales, pero hay dos especialmente que me han subyugado.

La primera, en fin, el parece recién salido de Underworld, esa peli tan ¿ingeniosa? que mezclaba licántropos y vampiros en una lucha a muerte.





La segunda porque están irreconocibles, especialmente ella, con esa estética cincuentera que a mí, y no sé por qué, me parece una mezcla entre Kim Novak y Faye Dunaway. Aunque probablemente ella (y su estilista) pretendiera hacerse parecer a Brigitte Bardot (digo yo).


Pero lo que me gusta de veras es la portada. La hierática Vicky hasta sale mona y todo eso. Incluso parece una mujer de verdad (de carne y hueso).

De él no opino, que siempre me ha parecido un sosainas.



P.S. Y ésta porque sí. Porque me gusta a pesar de ellos...


Auf wiedersehen David


Haciendo las maletas






"Sono triste tra la gente
che mi sta passando accanto
ma la nostalgia di rivedere te
è forte più del pianto:
questo sole accende sul mio volto
un segno di speranza."

L'appuntamento

De sobra lo sabes




No me cuentes tu vida. No me interesa saber cómo te va en tu cada día más estresante trabajo, ni conocer los progresos de tus hijos o si esa corbata es del color adecuado para la importante reunión que tendrás dentro de un par de días.
No te he preguntado, así que no me contestes.

No me preguntes, no tenemos nada de lo que hablar. No he accedido a tu invitación para eso.

No somos amigos, no seremos amigos.

Nada de llamadas, ni sms, ni notitas en el curro o emails. Si en el Messenger aparece no disponible es que no estoy disponible, por mucho que desde tu despacho veas que no estoy haciendo nada y pierdo el tiempo delante del ordenador.

Pero besas bien, al menos estuvo bien aquel beso al estilo Hollywood que entre risas y alcohol me plantaste y que yo entre alcohol y risas te devolví.

Sí, lo confieso, me gustó ese beso, pero eso ya lo sabes, ya te lo dije, y también te dije que yo no buscaba un novio, ni siquiera quería un amante de tres a cuatro, que a las cinco tienes que recoger a los críos en el colegio.

Yo no soy de ésas, que lo fui, que otro antes que tú hizo que aun sin creérmelo fingiera creerlo. Pero eso también lo sabes. ¿Y por qué si lo sabes pareces no saberlo? Porque se puede decir más claro, pero no más alto, y yo tengo poca paciencia para algunas cosas.

Yo no soy tu tipo, ni lo seré. Ni tú eres el mío, ni lo serás. No estoy enamorada de ti, ni lo estaré. No me pidas más de lo que estoy dispuesta a darte. Un polvo, de cuando en cuando, cuando yo quiera, cuando a mí me apetezca. Sin invitaciones a cenas previas. Yo sólo quiero follar, no perder el tiempo en estúpidas charlas con un camarero detrás presto a servir un vino que yo no bebo. Ya sabes que soy muy vulgar, sólo cerveza y nunca con la cena.

¿En mi casa? No, en la tuya. Que seguro luego te quedas dormido (como todos) e igual me da pena despertarte y echarte (no es probable, en todo caso). Y ni se te ocurra traerme el desayuno a la cama, no te molestes en comprar nada el día anterior, no estaré cuando te despiertes.

jueves, julio 12, 2007

Desde Portugal, para el mundo



(...que diría aquel).

Alguien me habló de él. Que pereza, me dije. Pero la curiosidad todo lo puede y
Youtube el camino más fácil.

Parecería imposible, pero la mezcla entre Amalia Rodrigues y Los Tigres (del Norte, of course) existe, y responde al nombre del bueno de
Quim Barreiros con hits como Bacalhau à la portuguesa, A cabritinha, A padaria y la gran Chupa Teresa:


"[...]As garotas do meu bairro vêm todas chupar aqui

Há gelado de banana, um fruto da natureza

Mas aqui tenho um gostoso que guardei prá Tereza"

Pajaro Sunrise no es la sonrisa del pájaro, nena


-"No creo que te guste", dijo...
-"con ese nombre, Pájaro Sunrise, seguro que se trata de un grupo de pop efervescente, de esos que te producen urticaria...
Ya ves, no me conoces tan bien como crees...


La tontería del día




¿Quieres saber que canción ocupaba el número 1 el día que tú naciste en las listas de ventas de los E.E.U.U., Reino Unido o incluso Australia?

Acá...

"Now I been one poor correspondent,
and I been too, too hard to find
But it doesnt mean you aint been on my mind"


miércoles, julio 11, 2007

Los 100 dias que cambiaron la música




Publicaba hace unos días la revista Blender una curiosa lista. Los 100 días (con sus respectivos acontecimientos) que en su opinión cambiaron el curso de la música contemporánea.
El número 1 lo ocupan The Beatles con su aparición en la televisión americana, en el que por entonces (y durante mucho tiempo) fue uno de sus programas más populares, El show de Sullivan (09/02/1964).


Entre los diez primeros puestos encontramos desde el día en el que Kurt Cobain se compró una Remington y una caja de municiones, con la que se suicidaría 6 días después (en el puesto número 4), a el día en el que se inauguró Studio 54 o Bob Dylan se trasladó a Nueva York.


La muerte de Elvis, el primer disco de The Ramones, el asesinato de Lennon, la boda de Jerry Lewis con su prima de 13 años, la aparición del IPod o de Napster, Ozzy y su murciélago, la invención del fonógrafo por Edison, la bisexualidad de Bowie, la venta de primer compact disc o del primer walkman y un largo etc con sus imprevistas consecuencias (Paris Hilton y Studio 54).

Pero si hay un día que merece ser destacado, ocupando el puesto número 13, es el 25 de marzo de 2002, aciago día en el que Justin y Britney se separaron…




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