martes, junio 30, 2009

Reconocimiento



Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.

Alejandra Pizarnik


lunes, junio 29, 2009

Cocktail Slippers



Recién descubiertas y me encantan. Que detrás esté el pequeño Steve obviamente no tiene nada que ver.


Conversación a altas fiebres de la madrugada del viernes. Tras lo sentimental viene lo erótico. Cuatro mujeres y dos hombres, uno de ellos, heterosexual. Vino, güisqui, sidra, cerveza y licores varios en diferentes combinaciones y cantidades, en mi caso sólo cerveza, no necesito el alcohol por mis venas para hablar de sexo.

La conversación deriva hacia la pornografía, tan masculina por lo general y tan poco creíble en particular para mi persona y pasa por enumerar todo aquello que jamás haríamos en la cama (o donde proceda), a saber, ponerse un cinturón de castidad, intercambio de parejas, sexo anal (ellas se lo pierden), un trío con dos tíos, el salto del tigre, sexo cibernético, coprofilia o la doble penetración entre otras muchas otras prácticas y/o convenciones sexuales que ya no recuerdo, ante la incomprensión o la afirmación de los demás (yo de eso ni muert@ o tú te lo pierdes).

A mí sólo se me ocurre enumerar una cosa, por naturaleza soy de escasa tedencia hacia los besos, pero lo que nunca, nunca haría, sería plantarle un beso en la boca al tipo (de momento sigo siendo heterosexual) con el que acabo de dar o recibir sexo oral.


domingo, junio 28, 2009


Después de años, muchos, volví a encontrármelo. A ése que se dice que todos tenemos y todos recordamos, a nuestro primer amor. Amor, al menos por mi parte (nunca fui correspondida.

Lo que más me gustaba de él era que yo no le gustaba. A mis inseguros 16 años y parafraseando a Groucho Marx, no me hubiese hecho socia de un club que me hubiese admitido a mí como miembro (probablemente aunque hayan pasado ya más de 15 años siga cayendo en lo mismo). Por el contrario, admiraba su buen gusto, no sólo no le gustaba yo, sino que estaba rendidamente enamorado de una tía que nos superaba en años y en aficiones. No era alta, ni especialmente guapa, ni la más inteligente del barrio. Era tan admirablemente normal, tan del montón, tan insignificante que una, siendo tan normal, tan del montón y tan insignificante se podía llegar a creer que ya llegaría su oportunidad. Oportunidad que como es de recibo nunca llegó, la vida se encargó de separar nuestros caminos en direcciones opuestas tras compartir, eso sí, clase de matemáticas e intimidades varias.

Ayer, llegando a mi destino, cerrando ""Mercado de espejismos" y poniéndome en pie dirigiéndome a la salida de un tren todavía en marcha siento unos ojos clavados en mi espalda, me giro y mi mirada se cruza con otra al fondo del vagón. Alguien me reclama, se abren la puertas, desvío la mirada, me bajo y el tren arranca de nuevo. Al otro lado del cristal un amago de saludo.

Creo que si alguna vez estuve enamorada fue entonces. Y no es que haya perdido la capacidad de amar, es que nunca la tuve.



viernes, junio 26, 2009


SIempre me gustó la canción de Van Morrison, al margen de la fascinación que tan sólo un tipo tan esperpéntico como él puede ejercer sobre mí.

Tuvo el buen gusto de elegirla para tono de su teléfono móvil. Cada vez que se oye al otro lado de los armarios sé que él acaba de llegar y aun a riesgo de parecer cursi, justo en ese instante, amanece para mí.

P.D. La canción, obviamente, Brown eyed girl.



miércoles, junio 24, 2009

Esto no es una canción de amor



"... todo el mundo lo sabe,
no hay día sin noche,
dicen que el amor es igual que el humo
después del fuego no hay remedio alguno"





Ni se imaginan lo mucho que siempre me ha gustado esta canción, supongo que no necesita presentación, pero por si acaso hay algún despistad@, es de Mr. Cohen y la canta esa Diosa llamada Emmylou Harris en un disco llamado "Cowgirl's prayer".






Llevaba muchó tiempo persiguiendo una versión en castellano que se hizo en un homenaje a Cohen en Cataluña y hace muy poquito, en ese foro que todo lo puede, Springsteencorner, obviamente, la encontré medio escondida. Eso me recuerda lo mucho que lo maltrato y lo poco que lo visito. Cortesía de Perla Batalla y Javier Colis, ya saben, la que siempre fue corista del señor Cohen y un tipo que a mí me recuerda a Corcobado, Javier.

Que ustedes las disfruten, o no, tal vez no tengan la sensibilidad adecuada. Entonces ya no será de mi incumbencia.



De aburrimiento y fobias


Me aburro hasta límites insospechados. Cuando se lo dije a mi jefe, no con estas palabras exactamente, pero con otras parecidas, me miró con cara de "qué me está contando esta romana". Supongo que no deberá estar demasiado acostumbrado a que alguien se queje de poco trabajo y lo reclame.

De este modo paso la mañana como mejor puedo, que nunca es suficiente: leyendo periódicos, estudiando a ratos, cambiando expedientes de sitio, navegando por internet visitando portales inmobiliarios y mirando la vida pasar por la calle Coronel Aranda.

El de hoy ha sido un día más ocioso, si cabe, de lo habitual, así que a falta de mejores ideas, que no es que no las tuviera, simplemente las fui desterrando una a una, me dediqué a observar el atuendo e indumentaria de mis colegas masculinos (ganan por goleada) llegando a una pavorosa e infame conclusión. ¿Desde cuándo se han puesto de moda las camisas de manga corta?

No es que a mí me importen y/o preocupen los estilismos masculinos, nada más lejos de la realidad, pero el ocio es lo que tiene, que una acaba fijándose en lo más insospechado y descubriendo una nueva fobia, las camisas masculinas de manga corta, que se coloca en la ya larga lista preexistente justo entre los cacahuetes y los conductores usuarios del claxon de sus vehículos.

Podrían aprender todos ellos de nuestro querido (y lo digo sin ironía) Jefe de Servicio, siempre impecable con sus polos ceñidos marcando bíceps. Él si sabe, y cuando luce camisas siempre son de manga larga y como es pertinente se remanga las mangas dando paso a un moreno deslumbrante (me pregunto si tomará rayos uva).


P.D. La canción... es que me he pasado toda la mañana tarareándola sin saber muy bien por qué. En todo caso va por M., él sabría por qué.

martes, junio 23, 2009

Exorcismos en llamas


Hoy le seré infiel a San Xuan y ya van unos cuantos años pese a que con una semana de adelanto tuve el privilegio de vivir mi particular solsticio entre Stonehenge y la abadía, o lo que queda de ella, de Glastonbury. Hoy no habrá por tanto danza en torno al fuego, ni chocolate con churros ya de madrugada antes de volver al trabajo (nadie se muere por ir sin dormir una noche al currele, cantaba Sabina). No habrá por tanto exorcismo ni arderá nada en la foguera, probablemente ya no me quede nada que arrojar a las llamas acunada por las mareas. La guía de un viaje que nunca se hizo, los apuntes y libros de unas clases recién terminadas, una estampita de mi Santo Malverde, recortes de periódicos, una manoseada pieza del Siedler, un subrayado libro de poemas de Neruda (cuando aún leía a Neruda, a Benedetti y a tantos otros), un ajado sombrero panamá comprado en Ecuador, como mandan los cánones, una cruz de madera ¿robada/agenciada/comprada? en un monasterio búlgaro, un poema de David González en el reverso de una servilleta de El perro que fuma, unos vaqueros testigos de mi particular 21 de abril, un 7 de mayo, un plano de la ciudad de Lübeck que guiaba entre la niebla y el humo, un carnet caducado de la biblioteca municipal (todo lo que no sé está en los libros), posavasos del Eulenspiegel con marcas de lluvia y cervezas, lágrimas de soberbia y humillación, una foto del Che, aún con restos de una desconchada pared de color chocolate, una boina granate de Burdeos, un ramo de lirios secos con olor a frambuesas tempranas, la receta de unos muffin de plátano y nueces, inciertos números de teléfono con el prefijo de Munich, unas sandalias romanas, cuando aún no estaban de moda, compradas en un Flohmarkt quién sabe dónde (tal vez Berlín), quién recuerda cuándo (el año del diluvio), velas de sándalo y canela, un Keffiyeh comprado, paradojas del mundo fashionista y globalizado, en Little Italy, una litografía de Irene Adler, frases del tipo: no me despido con un hasta luego porque no tengo intención de volver a verte...

lunes, junio 22, 2009

Adicciones, circunstancias y deseos


Poseo una larga lista de adicciones, circunstancias y deseos. En términos generales no excesivamente preocupantes (exceptuando que en ocasiones sí lo sean para mi tarjeta de crédito) y en ningún caso ilegales (aunque lo contrario no creo que me supusiera mala conciencia). Los zapatos imposibles que duermen el sueño de los justos en el fondo del armario, los sugus de cereza, los regalices o los bombones Godiva y los helados con toffe del McDonalds, ciertas causas perdidas y la coca-cola (de ambos me estoy quitando), la limonada y Bruce Sprinsgteen, los marcapáginas y subirme a aviones que me lleven lejos o la reciente devoción adquirida por los acantilados de Cornwall, se unen a la ruina (económica) que suponen para mí los vaqueros, los tejanos o los blue jeans (elijan ustedes la palabra que les plazca).

Desconozco el número de ellos que habitan en mis armarios, sólo sé que siempre que voy de compras, y voy de compras a menudo, aunque no sea mi intención comprarme unos vaqueros, siempre acabo pagando unos en la caja. Incluso a veces, si me sientan bien (dentro de lo posible) o están rebajados o cualquier otra circunstancia que (no) lo justifique por el medio, los compro por pares (lo que no me supone necesariamente ahorrarme la siguiente compra).

Si unimos lo anterior a un ligero pero ya firmemente arraigado síndrome de Diógenes en cuestiones de vestuario, nos encontramos con un número elevadísimo de pantalones vaqueros y una ínfima probabilidad de repetir atuendo. Tal extraña coincidencia se dió esta mañana, hoy me puse unos vaqueros que había estrenado exactamente el 20 de julio de 2008 y no había vuelto a ponerme hasta hoy. En fin, que fue sacarlos del armario, reconocerlos y teletransportarme a aquel fin de semana (de cuatro días) en Barcelona.

Estos pantalones, los que aún llevo puestos - Confesaré que aún estoy en el trabajo, en esa incierta hora del mediodía donde todo funcionario de bien se va a casa, nos apagan las luces (curiosos métodos de ahorro de esta Administración), por fin los teléfonos no suenan y una trata de rellenar las más de 37 horas semanales de obligado trabajo como mejor puede- podrían contar muchas historias, o tal vez tan sólo una (tal vez deberías interrogarlos a ellos y no bucear aquí en búsqueda de lo que allí pasó. No tengo ninguna intención de contarlo, al menos no por el momento).

P.D. El sábado me fui de compras. Quería comprarme un vestido. Este viernes tengo comida con mis ex-compañeras y de recibo es aparecer vestida y radiante con la sonrisa de felicidad pintada en la cara aunque sea a brochazos de autobronceador y rímmel negro. En estas situaciones una siempre tiene que regresar triunfante y destilando no sé muy bien qué, así que la elección de atuendo es crucial.

Pues eso, yo quería un vestido, y me chiflan, cuando los veo en las demás, esos vestidos extralargos a riesgo de parecer padecer un embarazo de ocho meses, pero en mí no acaban de convencerme. Ya estuve tentada el verano pasado, pero entre que estaba diseñado por Pe y Mo (las hermanísimas Cruz, motivo éste más que suficiente para negarme de plano a comprarlo) y los 80 euros que probablemente iban a quedar colgados en el armario sin llegar a ver la luz no acabé de decidirme. Este sábado fui reincidente, acabó en el vestidor y yo obviamente me fui con unos vaqueros (y una camiseta, pero ésta no cuenta). Para el viernes tendré por tanto que pintarme las uñas y elegir unas sandalias lo suficientemente altas y adecuadas al glamour que una pretende destilar en tan magno acontecimiento.

domingo, junio 21, 2009

Coordenadas

Me pregunta M. por mis planes. Para este verano, para el futuro, para el próximo fin de semana... Sé que su interés no es fingido, pero también sé que sólo es enlace para que yo le pregunte por los suyos, así que le cedo la palabra, tú primero, y así nos llega el reclamo para la cena sin que yo haya tenido que esforzarme en inventarme planes inexistentes. Cuando se tiene un expediente impecable a punto de abandonar el Gymnasium, se hablan cinco idiomas, se tiene una novia con nombre de hija del Rey Lear ("¿y tú cómo lo has sabido?... todo está en los libros, cariño"), becas en universidades de la costa este, vacaciones a mil kilómetros de casa y la publicación de un libro con apenas 17 años y absolutamente toda la vida por delante, una soleada tarde amparado a la sombra de un sauce nunca es suficiente para enumerar todos sus sueños.

Por mi parte sigo pensando y tratando de averiguar cuáles son los míos. Al margen de los evidentes, ¿ser feliz?, ¿no estar triste?, no tengo claro que venga a ser lo mismo. ¿Pedir cita de una p* vez en el dentista?, ¿enamorarme?, ¿dedicarme a la búsqueda de piso en serio?...
Eso va a ser, mi aburguesamiento está cerrando el círculo, mis planes más inmediatos para este verano y una vez descartado el ponerme morena (y que me crezca el pelo) son enamorarme (aunque sea sin ser correspondida) y encontrar una casa decente ajustada a mi presupuesto, que será lo que el banco disponga (que utopía).

Estoy cansada de compartir piso o de vivir de prestado, de tener que desplazarme durante una hora para llegar el trabajo y de madrugones y trenes llenos de gente a las seis y media de la mañana (ingenua de mí, yo pensé que en este país la gente no madrugaba).

A Dios pongo por testigo que llegaré a septiembre hipotecada (y enamorada). Aunque mi experiencia hasta el momento en materia de vivienda me remita a la que tengo con los hombres ("querida, te quedarás sola, porque lo que tú exiges simplemente no existe") lo que me puedo permitir no me gusta y lo que me gusta no puedo permitírmelo.

sábado, junio 20, 2009

Apostasía

Sí, bien sé que los príncipes azules destiñen al tercer lavado pero de veras quiero creer que hay alguien ahí, para mí.

También sé que elijo siempre mal, que me tientan en exceso los abrazos comprometidos y los regalos fortuitos. Pero estoy dispuesta a reformarme, tan sólo quiero la oportunidad para poder demostrarlo.

Resumiendo (que no siempre es gerundio)


Cobardía y mezquindad, a partes iguales y bien agitadas. Un manojo de explicaciones entre volutas de humo y cervezas apuradas. Manos que gesticulan su nerviosismo y contradicciones. No sos vos, soy yo. Le debo tanto o me lo debo a mí misma.

Cuando todo terminó le dije a mi conciencia que nada había pasado. Durante un tiempo debió creerme y me permitió dormir por las noches.

Desafiando


Hoy me levantado y tras desayunar me he vuelto a meter en la cama. No tenía nada que hacer, nadie me esperaba, ni planes ni citas y ni siquiera sueño, pese a que por la ventana un sol radiante invitaba a desperezarse (duermo con la ventana abierta y la persiana subida). A medio vestir me tumbé de nuevo y acabé por dormirme hasta las doce con la esperanza de que al despertarme el verano se hubiera ido.

No hubo suerte.

viernes, junio 19, 2009

Esta entrada es pura higiene mental. No necesita fotografía, ni canción, ni tan siquiera lectores. Por título, del que también carece, vendría bien eso de "funcionaria cabreada", parafraseando a cierto sindicalista, más correcto sería llamarle sindicalero, en relaciónn a la tan traída y llevada "carrera profesional" de la función pública asturiana.

Me he pasado toda la semana leyendo en los periódicos y escuchando en las tertulias espontáneas de las cafeterías, insultos, improperios y descalificaciones varias por parte de un más que funcionariofóbico respetable. Aunque tratándose de un país en el que la gente se manifiesta por miles para salvar a un equipo de fúrbol manquepierda, mientras se está quedando al paro, no sé por qué me sorprendo. Y es que una tiene cierto afán corporativista y es escuchar la palabra funcionario seguida del término vago y recordarle a quien lo considere oportuno, o no, que yo soy funcionaria y que suelo levantarme a las cinco y media de la mañana, horario no necesariamente incompatible con ser una vaga, pero les aseguro que una no se levanta a esas horas para pasarse la jornada laboral leyendo el periódico como afirman las malas lenguas.

Yo, que no cobré ese dinero por causas que no vienen a cuento y que en todo caso son testimonio de una tremenda injusticia y del mal desarrollo de ese plantemiento, me tuve que tragar durante meses las vacaciones, viajes y abrigos de visón que mis estimados colegas se agenciaron con ese dinero que nunca tuvieron que recibir y sin embargo nadie les obligará a devolver. Confesaré que mi primer y maquiavélico impulso fue descolgar el teléfono y desearle a Blancanieves sin sus siete enanitos un "feliz" descanso vacacional en Benidorm a costa del erario público, cuando recordé que este año y gracias a la hucha de la carrera profesional indebida, había cambiado el destino patrio por la francesa Provenza y una no le tiene querencia a amargarle las vacaciones a nadie que tenga el gusto y el placer de veranear entre campos de lavanda. No hizo falta en todo caso, fue ella la que llamó toda indignada.

Virgencita, virgencita, que me quede como estoy; que estará diciendo Ana Rosa (Migoya) mientras yo me quedo con la duda de a cuento de qué viene esto de poner a media Función Pública en su contra, la otra media ya lo estaba, se encargaron con gran eficacia, por cierto Pin y Pon (léase Riopedre y el innombrable Consejero a lo John Wayne) y a toda Asturias (funcionariofóbicos del mundo, uníos) contra la Función Pública.

lunes, junio 15, 2009

Esperándome (a tiempo)



34... me siento frente al espejo y me repito, cual mantra, esa cifra una y otra vez. Mi recién estrenada edad. Qué le voy a hacer si nací un 13 de junio del año 1975, aunque yo no eligiera ni ese viernes, ni esa madrugada y ni tan siquiera la vida.

Probablemente si en este mismo instante alguien me preguntara mi edad, mentiría. Inconscientemente retrocedería en el tiempo, nunca me acostumbré a los 33, dudo que lo hago con los 34. Bien sé que no son ellos los que pesan y que en todo caso no hay que quitarle años a la vida, sino ponerle vida a los años; pero una se hace irremediablemente vieja para algunas cosas y mucho más se siente cuando se coloca frente a ti una veinteañera.

Si de mí dependiera me hubiese quedado eternamente en los 28, sin cruzar la frontera del 3, instalada en un número par de eterna juventud teñida de una incipiente madurez pese a que trate de recordar ahora quién y cómo era, dónde estaba o qué hacía yo a esa edad y vagamente lo recuerde.

Mi compañera de piso, rival pese a todo en tantas cosas y de la que me despedí sin despedirme. Dejamos de hablarnos, de vernos, de tratarnos... hasta que carambolas del destino, una noche de un 23 de junio años después y tras arder la hoguera, cruzamos nuestros caminos en calidad de acompañante y ex-acompañante del Holandés errante. Evidentemente fingimos no reconocernos.

Aquel trabajo de secretaria-intérprete con el inefable Herr Janeck siempre al otro lado de la línea. El Jefe que no quería ejercer de jefe, y el colega que en cambio si lo pretendía. Logroño y la peor borrachera de mi vida en sus brazos. Cruising Carrefour.

Sin olvidar por supuesto al menos a un par de impenitentes hombres que me acostaron en su regazo, testigo de mis insomnios.

No me imagino lugar mejor para vivir que hacerlo entre unos aturdidos 28 y una canción de Bruce.

Si yo sólo...



"Toi bien agora,
mientres la muga
ruxe y faluca escontra'l suelu
y nos cristales,
y el cuerpu
entovía húmedu d'amor
envueltu nuna bata.

Dixístime hasta llueu
y soplásteme pol aire
un besu.

Quiciabis ye la tardi
que ta rara,
o esti quietu silenciu
danzando na mio casa,
que camiento
que si un día nun volvieres
saborgaría un tastu más amargu
qu'esti café
qu'afuma nesta taza."

María Teresa González

...pero ese día hace mucho que se instaló para no irse y a mí ni siquiera me gusta el café.


domingo, junio 14, 2009


Debo confesar que echaba de menos sentarme en mi rincón frente al ordenador y ponerme a escribir aquí, pero me han faltado el tiempo y las ganas, demasiado ocupada en derribar piedra a piedra mi vida, hasta quedar en ruinas.

Más tarde alguien me tendió su mano y me llevó lejos. Extraña magia la de los aviones que hacen que esta mañana me despertara en Hythe, a orillas del canal de la Mancha y horas después esté aquí, de vuelta a la cruda realidad. Ésa que me recuerda que ayer fue mi cumpleaños, aunque quise olvidarlo entre cervezas y planes que nunca se harán realidad, que tengo que pedir cita con el dentista y el martes tengo que presentar la declaración de la renta, que mañana es lunes, pero no uno cualquiera, sino el peor de todos los lunes, el del regreso de las vacaciones, que ya no volverán hasta el otoño.

La maleta sin deshacer, montones de ropa sucia, la nevera tan vacía como el trocito de alma que aún me queda y ya he puesto en venta... Ojalá todo fuera tan fácil como abrir las ventanas y dejar que corra el aire, hacer la compra, poner sábanas limpias y levantar las alfombras.

Durante unas semanas dejé de ser yo, pero el tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Tan sólo espero que a partir de ahora aunque siendo la misma, consiga ser distinta.

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