sábado, febrero 28, 2009

Segundos fuera


Hoy está resultando ser el día de las pasiones inconfesables. Bueno, quizá no tanto, dejémoslo en vicios, también inconfesables, o simplemente en gustos que una tiende a camuflar.


Ricardo Arjona es uno de ellos. Ése al que nadie parece conocer. Ya lo he reivindicado en alguna ocasión aquí. Un tipo que ha ganado no sé cuántos Grammys (latinos, cierto) y tiene tropecientos discos y es una auténtica estrella en gran parte de Latinoamérica siendo un completo desconocido en España por fin viene a nuestro país a hacer un par de conciertos (creo que en concreto serán cuatro) y el domingo 26 de abril tocará en Madrid y una ya ha sacado un par de entradas con excesivo optimismo porque yo tengo claro que no me lo pierdo pero tengo serias dudas de que sea capaz de llegar a convencer a alguien para que me acompañe. -"¿Y ése quién ye?"... La respuesta un tanto simplista de "el Sabina latinoamericano" no parece tener demasiado éxito ni siquiera entre los fans del Flaco de Úbeda (que haberlos, haylos).


No es que pretenda ganar adeptos para la causa, mi afán de proselitismo es absolutamente inexistente, pero no puedo evitar colgar algunas de las canciones por las que no me perderé ese concierto (sola o acompañada) por nada del mundo.


P.D. Ayer fue el día de la euforia pre- y post- venta de entradas para el concierto de Bilbao. Parece ser que no hubo problemas, ni atascos, ni sistemas colgados ni saturados. Cruzo los dedos, espero que para Valladolid y Santiago todo vaya igual de bien. Me pregunto a qué o a cuáles irá él (no hay otro él en mi vida en estos momentos). Estaría bien hacerse coincidir.

Levántate y anda


Cualquiera que me conozca un poco y tenga dos dedos de frente leyendo este blog rápidamente sabrá reconocerme e identificarme. No me importa, el anonimato tiene poco valor ya para mí a estas alturas aunque en su momento si pretendiera defenderlo pese a todo y a todos. En cambio ahora hasta desearía que determinadas personas, tal vez al menos dos, entraran aquí y leyeran lo que nunca he tenido valor para decirles frente a frente. Una de ellas no conoce la existencia de este blog, la otra prometió no volver a leerlo si yo se lo pedía cuando en un momento de debilidad le confesé que escribía aquí. No se lo pedí, no hizo falta. No tengo constancia de que haya sido fiel a su promesa pero no dudo que así haya sido, es de esas extrañas personas que tienen a gala la honestidad como virtud y que aún se cree que un caballero ha de cumplir sus promesas le pese a quién le pese, y él desde luego se considera un caballero (es posible que le fuera mejor si dejara de serlo al menos a pequeños ratos, pero ésa es otra historia).

De este modo, hace tiempo ya, puede que un año, cierto amigo llegó hasta aquí a través de ese Google que todo lo puede y de extrañas búsquedas y casualidades varias. De inmediato me reconoció, me quiere a pesar de conocerme, y pese a que en principio negué la mayor al final era tan evidente que sí, que era yo, que no tuve más remedio que admitir lo que él ya sabía. También prometió no volver a pasarse por aquí si a mí me molestaba, aseguró hacerlo, tampoco tengo constancia de que así haya sido, aunque es probable, por aburrimiento seguramente. Lo cierto es que hace poco me contaba que "gracias a mí" le había entrado en aquel momento el gusanillo de escribir y publicar su propio blog, blog que por cierto no llegó a cumplir, como tantos, su primer año de vida y del que yo hasta ahora y una vez desaparecido no tuve noticia.

-"Simplemente me aburrí y fue muy poco efectivo". El pobre ingenuo tenía un único objetivo, ligar. Cansado, según sus palabras, del esnobismo y superficialidad en sus compañeras habituales e intermitentes pretendía deslumbrar con su verbo y su no presencia a princesitas teñidas de rosa que al menos supieran leer e hilvanar dos ideas o frases seguidas. Su gusto con las mujeres ciertamente siempre ha sido pésimo, algo que tenemos en común (en mi caso con los hombres, obvio) y pensaba que "blogueando" descubriría en algún universo paralelo y a ser posible viviendo en Gijón a una mujer guapa, independiente, guapa, con sentido del humor, guapa, resolutiva, guapa, fabulosa y obviamente, guapa.

No sé a quién llegó a encontrar en el camino ni cuántas citas a ciegas llegó a tener, pero el balance final por lo visto fue muy negativo, pérdida de parte de su dignidad incluida. Y digo yo que se lo hubiera ahorrado si me hubiese consultado a mí simplemente aplicando un poco de sentido común. La gente guapa y fabulosa con una intensa vida social jamás pierde el tiempo que no tiene tratando de ligar a través de internet... Vuelve a la barra de tu bar favorito donde esa camarera tal vez esta noche te de una oportunidad.

Berlín: Sinfonía de una gran ciudad.


Leía a Antonio Muñoz Molina en El País escribir sobre Berlín, y me gustó tanto el artículo que repodruzco una parte aquí. Si alguien quiere leer más... acá: Luces de Weimar.

"Sin que nos demos cuenta las ruinas de un mundo extinguido nos siguen alumbrando. Si admiramos un edificio, si nos conmueve una película, si nos desconcierta una forma moderna de audacia o nos seduce o nos repugna una idea política, es probable que siguiendo el hilo de su genealogía lleguemos a la Alemania de la República de Weimar. Para nosotros la metrópolis del siglo XX es Nueva York, pero pudo haberlo sido Berlín, o lo fue durante unos pocos años: la velocidad, las luces nocturnas, la exaltación y el pavor de las escalinatas invadidas por multitudes, la gran máquina de la imaginación desatada por el trabajo y el dinero. Francisco Ayala recordaba el asombro de llegar una noche de finales de los años veinte a la estación central de Berlín y ver a la salida cientos de mujeres muy pintadas ofreciéndose obscenamente a los que pasaban y descubrir ya más de cerca que todas eran hombres. El Museo Thyssen organiza en Madrid una exposición sobre la sombra en el arte y algunas de las sombras más sobrecogedoras que pueden verse en ella se proyectaron en los cuadros, en las pantallas de cine, en las calles de aquella Alemania. La sombra del doctor Mabuse y la del doctor Caligari anuncian la del asesino M buscando niñas por los callejones adoquinados de Düsseldorf, pero ninguna de ellas es tan maléfica como los millares de sombras que empezaron a desfilar a la luz de las antorchas la noche del 30 de enero de 1933, que fue la última de aquella pobre República asediada y convulsa..."



P.D. Esta noche y a falta de mejores planes creo que veré "El vampiro de Düsseldorf".

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