viernes, octubre 16, 2009

Con las ganas


Puede que sea la mudanza, nueva casa, nuevo karma. Las paredes pintadas de blanco, menos es más. De repente ligo con desconocidos en plena calle. Lo intenta con la vieja excusa de la búsqueda de una calle inexistente. Me tropiezo con un chico guapo, encantador y aparente que incluso escucha mis opiniones. Retomo dos relaciones (amistosas) que nunca debí permitir que se perdieran. Y por encima de todo, me enamoro y ni siquiera me importa no ser correspondida. Bueno, esto último no es del todo cierto, pero no he sentido la necesidad de montar un drama. Es lo mejor que me ha pasado en estos dos últimos años (exceptuando a D., obvio, pero entonces no era yo la enamorada) y eso tengo que celebrarlo. He vuelto a sentir, a sonreir sin motivo ni causa aparente, a emocionarme cuando ya pensaba que eso era imposible. Claro que me gustaría que las circunstancias fueran otras. Es evidente que sé que hice algo mal o simplemente que me demoré demasiado en tomar decisiones que no debían haber sido decisiones sino impulsos y que tal vez llegué tarde. Pero ni modo, me alegro tanto de haberme cruzado en su camino o que él se cruzara en el mío...

Sé que debo olvidarlo y alejarme mientras aún esté a tiempo de mantenerme lejos del dolor que inevitablemente llegará cuando ya no me resulte suficiente estar sentada a su lado en el sofá, mi cabeza apoyada en su hombro. Pero hoy no puedo, tampoco mañana ni la semana que viene. Llegará el momento y ojalá esté preparada entonces. Ojalá haya encontrado ese día cualquier motivo que me lo haga más fácil, que los defectos que hoy encuentro adorables se conviertan en insoportables.


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