jueves, diciembre 16, 2010

Imaginemos que tú preguntas, supongamos que yo te respondo y los sueños, sueños son.




Creo que era K., mi gallega favorita, quien decía que no se podía escribir un post como si fuera un email, o tal vez era al revés, ahora no lo recuerdo. Y es cierto, aunque yo lo haga casi de continuo, y hoy, ahora, vuelvo a hacerlo.  Y en lugar de escribir y darle al enviar para que en tu correo aparezca eso de correo (1), en negrita, o suene tu teléfono (ni siquiera sé qué tono suena en tu móvil), escribo aquí. Porque esa es la vaina, tú no vas a leer esto, y entonces resulta más fácil. Yo escribo como si lo fueras a hacer, como si efectivamente me hubieses preguntado y esperases una respuesta, y fuera ésta precisamente. Sólo que en este caso tú no me has preguntado, o no del todo, y mi respuesta nunca te va a llegar.

Y sí, la respuesta es sí, que iría contigo, aunque sepa que el asiento a tu lado no estaba, ni está reservado para mí, que del don de la inoportunidad no me libro. 



Inoportuna. inoportuna, inoportuna hasta decir basta... extraña e inoportuna, de nuevo.

En todo caso no sabría que ponerme...



Mejor no preguntes, ambos corremos el riesgo de que te diga que sí... 
aunque tú dijeras que cansado de todo no quieres cansarte de mí...




P.D. Una noche en la ópera





3 perdidos en el laberinto:

Desde mi realidad dijo...

Yo también soy inoportuna. Siempre. Y es una lata tener que reubicarse cada dos por tres...

N. dijo...

Supongo que es mucho más fácil desinhibirse cuando sabes que la persona a la que va dirigida no lo va a saber...

Un abrazo, te sigo ;)

elbucaro dijo...

Quizás no sólo los post, sino la propia vida cotidiana la escribimos a veces como si fuera un email. El problema es que no nos podemos permitir el elegir entre el darle a enviar o no. Se envía por el empujón de las circunstancias. Un besote.

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