martes, marzo 09, 2010

Onanismo visual (II)




Ha sido ver a Tom Ford (by Tom Ford) y decidir que los hombres, al menos algunos, merecen su huequito aquí... Aunque las zapatillas de Robert Downey Jr. y su corbata a juego con las gafas de sol casi me hacen desistir de la idea, llegaron Ryan Reynolds y Gerald Butler para enmendarlo.



Los hermanísimos Gyllenhaal (o cómo se escriba). ¿Se puede ser más angelical? Y ella iba divina, diga lo que diga mi vecina.


Y para finalizar... una de mis debilidades (sí, ya sé que tengo unas cuantas, pero ésta es de las buenas), Colin Firth.


P.D. 1 Se puede no estar en el peso ideal e igualmente lucir monísima de la muerte, por mucho que alguna o alguno lo ponga en duda. MoNique y QueenLatifah.


P.D. 2 ¿Alguien se acordaba de Jane 'Dra. Queen' Seymour? Al menos a diferencia de la madre de la artista (Miley Ray Cirus), se ha peinado.


P.D. 3 Si George es capaz de echarse una ¿novia? con semejante tatuaje, es que no es tan perfecto como aparenta.


P.D. 4 Del escote de Hillary Swank prefiero no hacer comentarios. Pero vamos, que yo siempre he sostenido que menos es más.

Palabras ajenas



Yo quiero ir al Huapango. No menos que chilaquiles y margaritas para celebrar que tras más de tres años sin vernos hayamos sido capaces de cuadrar nuestras agendas. Pero él invita y anda con agujeros en los bolsillos, ni modo contradecirle y cambiar la dirección al convite. Propone la Casa de México, más asequible para carteras en crisis. Pero güey, eso está en Gijón y nosotros en Oviedo. La vaina es beber hasta perder el control, que ya lo cantaba el triste de Enrique Urquijo. Vos sabés, si bebes no conduzcas y el transporte público está out. Así que se descarta también la comida china, que ando yo con antojo de fideos y me han hablado mucho y bien de un restaurante de aquí al lado, aunque también por encima de nuestros (sus) posibles. Un día de estos tendré que hacer un pedido de esos a domicilio y cuadrar mi nevera de soltera sentándome ante el televisor con los tallarines. Claro que no vivo en la 76 oeste y por más que lo he intentado y juro que con gran ahínco, nunca he sido capaz de comer con palillos. Una hace tiempo que aceptó que su torpeza no tiene límites. Acabamos pues, en una cafetería de barrio con asientos de escay, sentados entre señoras de cierta edad tomándose su caldito a la salida de misa en esa fría mañana de domingo. Y que conste que yo adoro a las cafeterías de barrio (alguien tendría que hacerle un homenaje al inventor de los platos combinados). No tienen pretensión de parecer que son lo que no son.

Ponerse al día es fácil. No men, no cambios laborales, no sex, sin niños ni anillo de presumir y un largo etcétera de negaciones. Por mi parte, obvio. Por la suya, no job y mucho blow. Si hay un tío, cual Sánchez-Dragó, que se ha acostado con más de mil mujeres, es él.

Me tiene que presentar a no se quién… aunque sea una pérdida de tiempo, puntualiza. Que contigo ya se sabe. Nunca has querido compromisos (le sorprende, mucho, que haya llegado a malvenderme a un banco a cambio de 50 metros), dice añadiendo que eso de la llamada de la maternidad a mí me cae muy lejos. Tampoco entiende que me sienta sola. Que tú siempre has ido por libre y no aguantas a nadie más de tres meses, a las pruebas se remite (o ellos a mí). Incluyendo compañeras de piso. Y no, no me hace falta que me recuerde como acabamos aquella vez.

Me doy cuenta que no me conoce en absoluto. Y no a la mujer de ahora, tres años después, sino a la de entonces, que ya transitaba el mismo camino. Él, que siempre presumió de lo contrario. Pero no, no es su responsabilidad, es la mía. Ni siquiera los que más me conocen me conocen. Y de eso, tan sólo yo tengo la culpa.

P.D. Bing Crosby, Fred Astaire, Virginia Dale y Marjorly Reynolds en "Holiday Inn" (15 días de placer)

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