lunes, octubre 04, 2010

El último en irse que apague la luz




Quería hacer una lista de cositas buenas. Coger papel y pluma, si la encontrara entre el desorden, y apuntar buenos deseos tratando de contrarrestar lo malo de este día que se está yendo un poco por el lado equivocado.





He comenzado a hacerla mentalmente y me he dado cuenta de que es infinita, porque resumiendo, lo quiero todo, aunque apenas tenga nada y me conforme con menos... Quiero escuchar todas las buenas canciones y algunas de las malas; quiero aprender a bailar tangos, que la última vez que lo intenté me echaron de la clase; quiero aprender a viajar sola aunque quiero irme de vacaciones acompañada; quiero comer arroz a banda y langosta; quiero pasear contigo por Madrid y emborracharme a tu lado; quiero hablar francés y tocar el cello; quiero irme a vivir a Berlín y ser capaz de pagar la hipoteca de mis 50 metros todos los meses; quiero tomar cervezas heladas y compartir una puesta de sol; quiero verte sonreír, pero también quiero verte llorar; quiero leer todos los libros y  abandonar sin terminar los que no me gustan; quiero reírme con "The big band theory"  aunque sólo tú me hagas sonreír; quiero aprender a planchar y que alguien cocine para mí; quiero perderme en Montevideo y que me encuentren en  Guatemala; quiero que me gusten un poco más "The Beatles" y un poco menos Rocío Jurado; quiero que tú, tú y el de más allá dejéis de llamarme los domingos por la tarde con la excusa de un polvo disfrazado de café y tostadas quemadas y quiero que tú me llames con la excusa de un café servido sobre tu almohada; quiero dejar de odiar a Leonor Watling, Patti Scialfa y a la mujer de Hugh Jackman y quiero aprender a perdonarme; quiero que me mires con los ojos de Jackob Dylan y me digas que te gustan mis zapatos; quiero que la gente no me parezca tan fea y quiero que me gusten las persona que me recuerdan a mí; quiero volver a New York y quiero recorrer la ruta 66; quiero dormir sola pero irme a la cama acompañada; quiero saber que soy capaz y que todo va a salir bien; quiero que sepas que existo y que estoy aquí, en una esquina; quiero parafrasear al Sabina y decir que puedes tomar mi dirección y cuando te canses de amores baratos de un rato, me llames; aunque quiero que no te guste el de Úbeda porque no podría respetarte; quiero ser feliz y quiero que seas feliz aunque yo no vaya a estar a tu lado... quiero decirte algo, pero tendrás que preguntármelo...



Sí, tú, no mires hacia otro lado... no hay nadie más, es a ti... siempre va por ti, aunque lo dudes... no sé cómo me aguantas.








P.D. Joan Collins


[Y esto sólo es la parte políticamente correcta...]

A la mierda el título... y la canción y hasta la foto

Por favor, por favor, por favor...








[Esto es como lo del camello cojito... lo quiero, lo quiero]





Me voy a casa... a comer, que ya son horas y a dormir la siesta para que la noche del lunes vuelva a pasarla en vela.





No sé en qué momento lo olvidé... pero ahora sí.

Se acabó.

Even cowgirls get the blues




Si fuese valiente y supiese mirar a la realidad a la cara y no esconderme tras palabras que me roban el trocito de alma que aún me queda... 

Pero no lo soy, aunque a veces lo parezca o lo finja u otros lo crean... a veces es fácil, otras, ya saben... el resto es humo, y a veces ciega. 











P.D. Eleanor Boardman

En presente




"La literatura nos separó: todo lo que supe de ti
lo aprendí en los libros
y a lo que faltaba,
yo le puse palabras".

Cristina Peri Rossi





De veras que no es tontería, será lo poco que he dormido que me nubla la conciencia, o lo de ir con las uñas pintadas de rojo, o el haber llegado a un punto de no retorno del que ya no es posible retroceder; o tal vez sea el cansancio y las dudas, las ganas o los sueños, esos deseos que nunca van a tornarse en realidad, pero que no dejo pese a todo de invocar... que hoy me da por vestirme de superheroína, con capa y botas, que para eso llueve, o lo hacía hasta hace un rato, que ahora luce el sol con una intensidad que nos ha hecho correr las cortinas.

Me siento bien, como si tuviera motivos que festejar y fuera a soplar unas velas y a abrir regalos, aunque nunca me hayan gustado los cumpleaños, no tanto los ajenos como los propios, y como siempre en estas situaciones, tiendo a la inconsciencia y entierro a la chica tímida, solitaria y asocial, entierro al disfraz bajo otro disfraz; el gris bajo el morado; los vaqueros bajo la capa y las botas. Por una vez quiero ser yo la que se seque las lágrimas, la que sea capaz de acercarse al sol sin que se me derritan las alas, de decir lo que siento y no sólo lo que pienso, que esto último debería aprender a callarlo o en todo caso a medirlo; que como dijo el poeta, si quiero saber de amor, deberé cuidar las cosas que te digo y no meditar el cuerpo que te ofrezco.

Así que hoy, tal vez mañana, espero que hasta el lunes; ondearé mi capa al viento. Y seré aquí y ahora todo lo que siempre he querido ser y no supe, y diré todo lo que siempre quise decir y no pude, aunque los vientos no sean favorables y no arribe a ningún puerto, porque nunca fue tan cierto lo que escribió Kavafis, que Itaca ha sido y será el camino. Aunque mi meta sea tu cuerpo y las superheroínas no olviden.

Que ya se sabe que es lo que tienen, que las dibujaron así, you know. Y son fuertes y tenaces y si sufren nadie sabe y los dolores no duelen y las dudas siempre son certezas, y a nada tienen miedo; que para eso son las protagonistas de su propia película, digo vida; y nunca se despeinan aunque salten de tejado en tejado y los malos siempre se rinden a su paso, aunque alguno que otro se resista, pero sólo un poco, de lo contrario sería muy aburrido. Y no olvidan que nunca los otoños son iguales, y que este jueves habrá luna nueva, que yo no sé si la luna en ese estado es promesa de algo, pero de seguro es que ellas lo saben porque no sufren de insomnios, desvelos y duermevelas, y conocen la forma de hacer el amor entre cenizas y sobrevivir a todos los naufragios.











P.D. Clara Bow

Yo, mi, me, contra mí



Va a ser que esto de pintarse las uñas tiene efectos secundarios incontrolables, que una se siente un poco disfrazada y un poco otra y hace cosas como colgar una foto suya en el Facebook. Ayer de madrugada me dio por pensar que a lo mejor tenía que demostrar que no era una especie de androide o algo así, y no se me ocurrió mejor idea... ya saben, no soy mujer de recursos.

Alguien me lo acaba de recordar ahora y me ha faltado tiempo para arrepentirme. Pero desde aquí no tengo acceso, obvio... A veces no entiendo qué es lo que tengo que demostrarme a mí misma.

Something in the way it comes





Pensaba quitarme la laca roja de las uñas esta mañana, la de las manos. Anoche cuando llegué a casa estaba demasiado cansada y con un buen montón de cosas por hacer que por supuesto no hice. Así que pensé que esta mañana, antes o después de la ducha o durante el desayuno, me pondría a la tarea. Pero me levanté tardísimo, 6:45 y antes de las 7:30 debía de estar en la oficina (aún me pregunto para qué). Ayer me costó horrores dormirme y esta mañana las ojeras pisan el suelo. No tuve sueños por tercera noche consecutiva, o al menos no los recuerdo, no me dio tiempo, creo que acababa de dormirme cuando sonó el despertador y afuera seguía lloviendo. Me hubiera gustado.

Mis manos destacan sobre el teclado. Es extraño, no las reconozco. Nunca antes me había pintado las uñas de rojo, al menos no lo recuerdo. Y me gustan, parecen otras, que pertenecen a otra persona, que no son mías; como si me hubiese disfrazado en parte o no fuera yo o al menos una parte de mí fuera otra. Y eso es bueno, creo. Quiero empezar a hacer las cosas que siempre descarto por miedo, por timidez, por desconfianza. He empezado por algo tan absurdo como pintarme las uñas... pero esto ha sido sólo el comienzo de lo que voy a hacer esta semana. No sé qué va a pasar, sólo que quiero que pasen cosas y mis uñas pintadas de rojo estarán ahí para verlo.





P.D. Elsa Martinelli

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