jueves, noviembre 10, 2011

Una vida qu'ente nel cielu de les tos manos vacíes


[Hubo un tiempo, casi toda la vida de este blog, en el que yo establecía una suerte de diálogo aquí. Yo escribía y alguien, quien quiera que fuese, leía. A veces se daría por aludido, otras no. En ocasiones la presunción le podría, otras, la desazón.

Ahora que no hay un alguien que me lea, retomo la costumbre... quién sabe, tal vez algún día le haga llegar todo esto. De momento está bien así, ¿no?. Yo escribo, ustedes leen y alguien se queda].






Se dice, se comenta, se rumorea... sostienen al más puro estilo Pereira los hombres, que nosotras, las mujeres; y sí, soy mujer, pese a lo que pueda parecer y que a veces recuerde a un androide que sobrevivió a Rick Deckard; nos acusan de no saber lo que queremos y de que cuando llegamos a saberlo o a tenerlo, cambiamos de prioridades. Nosotras en cambio os acusamos a vosotros de ser simples, que no simplistas; de ser todosloshombressoniguales y de estar en celo permanente. De ser unos de Venus y otros de Marte, y eso parece ser, es algo que nos hace casi incompatibles. Aunque supongo que el casi está el matiz o la diferencia.

Yo siempre he sabido lo que quería. Siempre quise parecerme a Veronica Lake, una vez descartado que jamás sería la reencarnación de Audrey Herpburn y dejé de soñar con ser una princesa por las calles de Roma (acertó Sabina, las niñas ahora sueñan con calzarse unos Jimmy Choo). Quería cantar como Emmylou y que las letras de mis canciones las escribiera Leonard Cohen, y pasearme por un escenario al lado de Mr. Cash y que Bruce me invitara a subirme a su coche. Quise mentir tan bien como Joan Crawford y llevar a la perdición a tipos como Joseph Cotten. Quería bajar las escaleras como lo hacía Bette Davis, y emborracharme como la Garbo y tener las piernas de Cyd Charisse y envejecer tan mal como Lucinda. Quise tener todo lo que no estaba a mi alcance y quería volar lejos y vestirme de azul y que me besaran como Cary Grant besó a Ingrid Bergmann... como yo te besaría a ti.

Como tú me besas a mí...









P.D. Anne Sheridan y Jack Dempsey

0 perdidos en el laberinto:

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