martes, noviembre 08, 2011

I don't have a heart... eso todo el mundo lo sabe




Últimamente me he dado cuenta; me he especializado en dar consejos, en decirle a la gente lo que debe o no debe hacer, en indicar el camino a seguir y las palabras precisas a pronunciar y escoger.

No deja de tener su gracia que alguien como yo les diga a los demás cómo actuar o sobrevivir y tirar p’alante a causa del despecho ajeno y del desamor. Precisamente yo, que si de algo no sé, aun no sabiendo de nada, es de amor.

Recordaba ahora, cuando estoy consiguiendo quitarme de las series de vampiros y ya sólo les rindo pleitesía a los hermanos Salvatore… The vampire diaries, ya saben… los de las muecas y guiños cuando quieren poner cara de malos...

Inciso para anunciar que con True Blood finalmente he visto la luz de final de túnel, y si no fuera señorita bien educada les diría a dónde he mandado a la mismísima Sookie Stackhouse.

Recordaba, pues, una de esas absurdas series de vampiros, The Gates. Una imposible mezcla entre vampiros, hombres lobo, criaturas sobrenaturales y brujas...

Hago de nuevo un inciso para malmeter contra esta tendencia cada vez más extendida en las teen series de vampiros, la de incluir brujas todopoderosas, en algunos casos, tomen nota de la osadía, procedentes de Logroño (si al menos fueran de Zugarramurdi). Porque cuándo se ha visto a una witch disfrazada de bitch, come on sugar darling let me scrath your itch volviendo catatónico al mismísimo Eric Northman… para los no iniciados un vampiro vikingo y guapérrimo de mil años de antigüedad o de edad, que en el caso de los Nosferatu viene a ser lo mismo. Ay, si Fritz Lang levantara la cabeza. Se iba directico a tomarse unos güisquis con Allan Poe y Bram Stoker, ver para creer...

Cierro el segundo inciso...

En esa absurda serie de vampiros (y de hombres lobo, y brujas y criaturas sobrenaturales), The Gates, recuerden…

Tercer inciso… repito el nombre para que se queden con él y no caigan en la tentación una triste tarde de domingo de echarle un ojo. Que si en una tarde triste de domingo hay que caer en alguna absurda tentación mejor sintonicen Intereconomía y caigan en las garras, digo redes, infinitas de Juan Manuel de Prada y su ya señora creyéndose Maureen O’Hara y John Wayne… Porque lo espinoso del asunto es que efectivamente se lo creen (supongo que él también se creerá que su señora esposa le ha dado el consentimiento por amor al arte y no precisamente al televisivo).


No me den las gracias, que si tienen suerte igual hasta les ponen una película de ésas de verdad. Y no sean exquisitos que el cine se inventó en blanco y negro...

En The Gates, reitero, a la manera de Mary “Downton Abbey” Crawley, ya saben “I don’t have a heart”, un ente de ésos; persona, animal o cosa, quién sabe, que para eso ya lo cantaba Rafa Pons; no sólo se pasea por las calles sin corazón, sino que lo guarda en una caja… que acaben robándosela y por ende el corazón, es otra historia…

Y no me digan que no sería una maravillosa solución para las Mary Crawley que en este mundo son y han sido. Para las portadoras my way de un corazón de Frankenstein apuntalado con hilos de mil colores y agujas de remendar.

Una caja de jacarandá para guardarlo, para tenerlo a buen recaudo, a salvo de las inclemencias emocionales, de la lluvia salada de las lágrimas y de las nostalgias tatuadas.








P.D. Anne Francis

It takes two when it used to take one



Del mismo modo que existe el día sin humo, aunque éste ya casi carezca de sentido con todo este afán prohibicionista (y yo diría que inútil); o el día sin coche y los centros de las ciudades se cierran al tráfico (medida que a mi juicio debería extenderse a todos los días del año y a a hacer uso, y abuso, de los transportes públicos, a caminar sin fin por las aceras o a pedalear hasta la extenuación), deberían instaurar el día sin reloj (tal vez exista y yo no me haya enterado)... y deberían prohibir salir a la calle con él en la muñeca y permitir llegar tarde a las citas, y saltarnos las comidas y los horarios...

Y lo dice alguien que es extremadamente puntual. Que casi nunca llega tarde, que casi siempre con los cinco minutos de antelación de rigor, que casi siempre espera... y que por vez primera en mucho tiempo, no desespera.














P.D. Audrey Herpburn y Gregory Peck en "Roman holiday".

Sed de ilusiones infinita




"Hay algunos hombres malos,

hay algunos hombres buenos,

hay algunas miradas que no miran nada,

que olvidaremos..."



Andres Calamaro









Es tan fácil hacer daño. Aunque no queramos...


Pero las más de las veces en nuestro fuero interno lo estamos deseando. Que me recuerde, ¿no?, aunque sólo sea porque me odia.


Perversiones que tiene la anhelada inmortalidad.









P.D. Maureen O'Hara y John Payne en "To the shores of Tripoli".

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