martes, noviembre 15, 2011

Causa y efecto



"-¡Oh, cariño! Eres simple, eres superficial y eres una puta. Por eso somos almas gemelas."

 Karen Walker (Will & Grace)





De un tiempo a esta parte lo escucho sin cesar en conversaciones ajenas. De un tiempo a esta parte han sido ya varios los blogs en los que se habla del tema… el eterno dilema; ellos de Marte, nosotras de Venus. Lo que unas dicen y los otros piensan. Que todos son iguales o al menos todos los que me interesan son iguales. Por qué no me quiere quién yo quiero y el que me quiere me hace daño. El perpetuo miedo al compromiso, los pasos encaminados, las reglas que no deben romperse.

No soy yo un ejemplo a seguir, pero si de algo estoy segura y fíjense que en mi vida hay muy pocas certezas, es que la cobardía es la madre de todas las huidas.

Recuerdo un capítulo de Sex and the city, de la última o penúltima temporada cuando Carrie se echa por novio a un aspirante a escritor fracasado llamado Jack Berger. Las seguidoras de la serie seguro que recuerdan al tipo del coletero, el mismo que se paseaba con cara de infinito cabreo luciendo chupa de cuero. Algo por otro lado perfectamente comprensible en alguien que tuviera que aguantar las histerias y neuras de Carrie Bradshaw.

Carrie invita a Samantha, Charlotte y Miranda a cenar para presentarles a ese aspirante a escritor fracasado con cara de infinito cabreo llamado Jack Berger (o algo parecido), y como no podía ser de otra manera la conversación acaba derivando en las relaciones hombre-mujer. Y Berger, en la escena más lúcida de todos los tropecientos capítulos que conforman esta serie, les dice a unas estupefactas mujeres con cara de no creer lo que están escuchando, que las SEÑALES no existen.

No existen más allá de su propia imaginación, apostillaría yo.

Si un tipo no te llama es porque no le interesas, no porque esté sucumbiendo a esa regla no escrita de que no se puede llamar antes de dos días tras la primera cita. Si un tipo no quiere acostarse contigo no es porque lo esté posponiendo hasta la tercera. Si un tipo no contesta a tus llamadas no es porque haya que dejar espacio y tiempo. Si un tipo te dice que tiene miedo al compromiso es porque efectivamente tiene miedo al compromiso, pero al compromiso contigo. Si un tipo te dice "esto está yendo demasiado rápido", no está diciendo "estamos yendo demasiado rápido", sino "tú estás yendo demasiado rápido".

No existen designios, señales o máscaras más allá de las que impone la cobardía. La nuestra para no ver una realidad que no queremos ver y la ajena, que impide mostrar lo que realmente se piensa.

El miedo a quedarse solo. A estar solo. Las ganas de perder el tiempo. El ego que necesita cinco comidas al día. El por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo. El te quiero cariño, ya te cambiaré. Construir certezas desde un quizás travistiendo de eternidad el yo pasaba por aquí. Ver señales donde sólo hay humo. Preguntarse por qué ha desaparecido, por qué se ha ido... porque nunca estuvo, niña; porque nunca llegó.




P.D. Acá debería sonar "A case of you" de Joni Mitchell. Por extrañas e inexplicables razones siempre asocio esa canción con ese tipo de historias. Y también es cierto que me la recordé hace unos días hablándole de ella, de Joni Mitchell, a alguien que no la conocía.




[Para S., que nunca leerá esto y que hoy me llegó al corazón]

Y como dice Delmore Schwartz en una canción de Lou Reed, en nuestros sueños comienzan nuestras responsabilidades (*)



Una tiene un sueño, chiquito, de esos que te asaltan en plena madrugada de desvelos o cuando suena la voz rota de Bruce o te asomas al otro lado, al vacío; cuando te ahogas entre palabras ajenas. Es pequeño, pasa casi inadvertido entre las grandes esperanzas de mi vida, entre otros sueños probablemente más cabales, más lógicos y razonables. Abandonar esta ciudad e irme a Berlín, buscar otro trabajo o tener el pelo liso y encontrarme en el boardwalk de Asbury Park con Bruce y acabar casándonos en Las Vegas con Elvis de testigo, porque por si no lo saben, señores, Elvis está vivo. Pero es tenaz, y recurrente, y aparece por sorpresa, con la guardia baja, cuando menos te lo esperas y como todo buen sueño, me hace soñar y volar lejos.

Y un buen día te tropiezas con un extraño, que tendrá miles de sueños, algunos cabales, y razonables y hasta con su lógica, pero que también tiene un sueño ahí escondido, de ésos poco importantes, un personaje secundario. Y el extraño te cuenta y tú le cuentas, y descubres que ese sueño chiquito, agazapado, casi olvidado; es compartido. Y por momentos se te olvida que estás despierta, que los sueños, sueños son; que la vida real no se alimenta de ellos, sino de certezas. Pero qué más da, te dices; es mi sueño chiquito y parece estar a un paso de hacerse realidad, si quiero, si me lo propongo, aunque yo no sea una mujer de recursos o precisamente por eso.


Pero de pronto recuerdas, que sólo es un sueño, que los sueños nunca se hacen realidad. Que tu vida no es una película en blanco y negro y no eres Deborah Kerr citándote en lo alto del Empire State. Y que estás despierta, que tienes que estar despierta, aunque no quieras renunciar a tus sueños, que son los que te impulsan a cada paso, los que te hacen sonreír... los que  te hacen soñar, porque, qué es una vida sin sueños... una vida vacía.


Pero es tu vida, es la mía...




P.D. Deborah Kerr y Cary Grant






(*)Se lo he pedido prestado a Benjamín Prado

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